Nos encontramos en el IV domingo de Pascua, un
domingo en que el evangelio siempre nos presenta la imagen de Jesús como Pastor. Jesús se aplica a si mismo estas
imágenes para manifestarnos cuál es su voluntad y deseo: “Yo he venido
para que tengan vida y la tengan abundante”.
Jesús nos ofrece su Vida: quiere que participemos de su amor preferencial al Padre, a los hermanos, a la Palabra; quiere que vivamos en su paz, en su gozo, servicio, plenitud... Jesús es quien nos ofrece todo esto. Para acceder ya sabemos el camino: acoger a Jesús en la Palabra escuchada y reflexionada en la oración; acogerlo y amarlo en la celebración viva de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía; acogerlo y amarlo en el servicio a los hermanos.
“Llama
a sus ovejas por sus nombres”. Este versículo nos debería dar siempre una gran
confianza y alegría. Jesucristo nos conoce personalmente a cada uno de
nosotros, nos conoce tal y como somos y nos ama, con nuestras debilidades y
errores y con nuestro deseo de crecer y de mejorar. Y él, buen Pastor, no se
cansa de llamarnos a la Vida.Jesús nos ofrece su Vida: quiere que participemos de su amor preferencial al Padre, a los hermanos, a la Palabra; quiere que vivamos en su paz, en su gozo, servicio, plenitud... Jesús es quien nos ofrece todo esto. Para acceder ya sabemos el camino: acoger a Jesús en la Palabra escuchada y reflexionada en la oración; acogerlo y amarlo en la celebración viva de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía; acogerlo y amarlo en el servicio a los hermanos.
Sea cual sea nuestro lugar, intentemos escuchar y seguir los pasos de nuestro Pastor, que nos precede y os ama entrañablemente. Sigamos penetrando en el tiempo pascual con la certeza de que Jesús nos acompaña siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario