miércoles, 20 de julio de 2011

AMAR TOTALMENTE


El texto de santa Clara que os proponemos hoy nos habla del seguimiento de Jesucristo. Clara es una enamorada de Jesús; ha captado y ha experimentado vivamente como es amada. El amor que le tiene su Señor la impacta de tal modo que ya sólo tiene un único deseo y anhelo: unirse a Él, seguir sus huellas, reproducir sus actitudes, compartir su forma de vida. En esto consiste la vida de Clara y esto es lo que enseña a sus hermanas. Clara, en una carta dirigida a su amiga Inés, escribe: “Ama totalmente a Aquel que por tu amor se entregó todo entero”. Lo que mueve y da sentido a la vida de Clara es el amor de Jesucristo: “Aquel que por tu (por nuestro) amor se entregó todo entero”. Ante este amor que se da, que se entrega, que acoge, que acompaña, que perdona, que alienta... Clara sólo tiene una respuesta: “Ama totalmente”. Invita con fuerza a amar, pero no de cualquier manera sino “totalmente”, es decir, con un amor preferencial que, en las diferentes situaciones cotidianas, elige a Aquel que la hace feliz. “Amar totalmente” significa también amar con toda nuestra persona, tal y como somos, con nuestros anhelos y nuestras debilidades, porque nadie nos comprende y nos ama tanto como Jesucristo, el Señor. Clara también hoy nos dirige a nosotros estas palabras. Ojalá que sean una invitación a considerar y a contemplar cómo somos amados por el Señor y, desde nuestra realidad y pequeñez a responder con un amor sincero.

sábado, 9 de julio de 2011

UNA LLAMADA PARA TODOS

Iniciamos este recorrido a través de breves fragmentos de los escritos de santa Clara con una frase con la cual empieza su Testamento como un legado que deja a sus hermanas compartiendo lo que ha vivido en su vida. El texto es el siguiente:

“Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias, y por los que más debemos dar gracias, está el de nuestra vocación”.

Clara agradece al Pare don excelente de su vocación, la llamada a seguir a Jesucristo en pobreza y fraternidad. También nosotros, como Clara, podamos y tenemos que agradecer la vocación recibida en nuestro bautismo. El bautismo nos hace hijos e hijas del Padre en incorporarnos a Jesucristo. Esta es la gran vocación de todos los bautizados: vivir verdaderamente como hijos, con una relación sincera, abierta, confiada hacia el Padre que tanto nos ama; y vivir como hermanos, amándonos, ayudándonos, acogiéndonos, perdonándonos... al estilo de Jesús. Es sobre esta vocación común y única que cada persona podrá descubrir el lugar que el Padre le tiene reservado: la vida laical, religiosa, sacerdotal o misionera. Fijémonos como Clara denomina a Dios como “Padre de las misericordias”. Este título nos revela que se sabe realmente hija del Padre, no de un padre lejano o distante, sino de un padre entrañable que tiene cura de cada uno de sus hijos y que los llena de sus dones: paz, gozo, firmeza, plenitud...
Clara experimenta en medio de las dificultades que el Padre es y actúa así. Por esto lo llama, con toda propiedad, “Padre de las misericordias”.
Intentemos también abrirnos al Padre y a su amor y, si descubrimos un poco cómo somos amados, también nosotros agradeceremos desde lo más íntimo de nuestra persona la vocación que nos ha hecho hijos.