viernes, 9 de marzo de 2012

LA CASA DE MI PADRE


Con este tercer domingo llegamos a la mitad del camino cuaresmal. El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús, mediante un gesto simbólico, ahuyentando a los cambistas del templo de Jerusalén. El templo, espacio de encuentro y de relación con Dios, la casa del Padre, no es un lugar de comercio ni un mercado. Pero Jesús va mucho más allá: el verdadero templo, el verdadero santuario es nuestro cuerpo. Con esto nos quiere decir que cada uno de nosotros somos unos templos vivos de Dios, Él está realmente presente dentro de cada uno de nosotros. Si tenemos que respetar y cuidar el templo material, el templo como edificio y como lugar de oración y de encuentro con Dios, mucho más todavía nos debemos valorar y amar a nosotros mismos como “templos” donde Dios está presente; y debemos mirar a los demás como la imagen de esta presencia del Señor en lo más profundo de la persona.

Como Jesús, “echemos fuera” de nosotros todo aquello que nos impide establecer una relación de amistad con Dios y con los hermanos. Así podremos continuar caminando gozosamente hacia la próxima Pascua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario