Vamos recorriendo el camino de la Cuaresma y nos
encontramos ya en el cuarto domingo, cada vez más cerca de la Pascua. El
evangelio de este día nos hace fijar la mirada en la entrega que el Padre nos
ha hecho, y nos sigue haciendo, de su Hijo Jesucristo:“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”.
Dándonos a su Hijo, se nos
da la VIDA, disfrutamos ya desde ahora de la presencia de Dios, de su amor, de
su ternura, de su amistad, de su consuelo, de su ayuda... Disfrutar de los
dones de Dios depende de nosotros; Él se nos entrega sin medida hasta darse Él
mismo pero nosotros tenemos que estar abiertos y receptivos por acoger esta
vida y esta luz. Entonces, ninguna oscuridad, ninguna duda, ninguna
incertidumbre... nos podrá hacer tambalear si tenemos la seguridad, y lo hemos
experimentado, que Dios está con nosotros y que, con Jesús, nos lo ha dado
realmente TODO.
Con este ánimo, sigamos adelante hacia la próxima Pascua.
Con este ánimo, sigamos adelante hacia la próxima Pascua.
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