En este segundo domingo de Cuaresma la Iglesia nos presenta
el texto de la Transfiguración.
Jesús había anunciado a sus discípulos que caminaba hacia Jerusalén, hacia la Pasión y Cruz, y estos se habían sobrecogido. En este marco Jesús toma a Pedro, Santiago y Juan y se los lleva a “una montaña alta!”. Jesús conduce a los tres discípulos en un lugar solitario y silencioso porque sólo en un clima de plegaria y oración lo podrán conocer transfigurado. La oración personal es el camino para conocer vivencialmente a Jesús.
Jesús había anunciado a sus discípulos que caminaba hacia Jerusalén, hacia la Pasión y Cruz, y estos se habían sobrecogido. En este marco Jesús toma a Pedro, Santiago y Juan y se los lleva a “una montaña alta!”. Jesús conduce a los tres discípulos en un lugar solitario y silencioso porque sólo en un clima de plegaria y oración lo podrán conocer transfigurado. La oración personal es el camino para conocer vivencialmente a Jesús.
Las palabras del Padre no iban dirigidas sólo a Pedro,
Santiago y Juan, sino también a todos nosotros que hoy leemos o escuchamos el
evangelio. También a cada uno de nosotros nos dice: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”.
“Este
es mi Hijo, el amado”: “este
es quien siempre hace mi voluntad, quien ama y perdona incansablemente, quien
alienta y anima...”
“Escuchadlo”:
“escúchalo porque te llevará por el camino de la paz, de la donación y del
servicio, de la vida, de la alegría... Escúchalo y déjate guiar por él.
Sigamos el camino cuaresmal
dejándonos guiar por la presencia de Jesús, que siempre se encuentra a nuestro
lado.
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