Como siempre, el evangelio del primer domingo de Cuaresma nos presenta
las tentaciones de Jesús. Jesús, que se ha hecho igual que uno de nosotros,
experimenta en su persona todos nuestros sentimientos y nuestras debilidades,
pero sin dejarse vencer por ellas. Como nosotros, Jesús encuentra en su camino
obstáculos y dificultades que lo quieren apartar de Dios y de la misión que ha
de llevar a cabo, pero Jesús sale vencedor con la fuerza de la Palabra. Cada
vez que el mal lo quiere hacer desviar de lo que es recto, Jesús responde con
la Palabra que ha reflexionado, interiorizado y vivido: “Está escrito”.
También nosotros encontramos todas estos frenos en nuestra vida y en
nuestro camino como creyentes. Si la Palabra no va arraigando poco a poco en
nosotros y no sabemos muy bien donde queremos ir, cualquier dificultad nos
puede hacer tambalear y desorientar. Cómo Jesús, hace falta que pongamos nuestra
confianza en el Padre y dejemos que la Palabra de Dios vaya penetrando en lo
más íntimo de nuestra persona. De este modo, podremos ir avanzando en nuestro
compromiso como creyentes con paso firme y seguro a pesar de nuestras flaquezas
y debilidades.
Que este tiempo cuaresmal nos ayude a profundizar en la Palabra y a encontrar en ella nuestra fuerza.
Que este tiempo cuaresmal nos ayude a profundizar en la Palabra y a encontrar en ella nuestra fuerza.
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