miércoles, 27 de enero de 2010

LA PERFECTA ALEGRÍA


Tanto para Francisco como para Clara, la verdadera alegría corresponde con la verdadera pobreza, al estilo de Jesús, ya que la pobreza no es tanto una renuncia o un sacrificio sino imitar a Jesucristo y, por tanto, fuente de gozo y de alegría.
Para entender un poco más qué representa la alegría para Francisco, dejemos que nos hable él mismo en este relato llamado "La perfecta alegría":

San Francisco, caminando una vez con fray León, en pleno invierno, cuando el frío riguroso lo atormentaba, dijo a fray León:
“Viene un mensajero y dice que todos los maestros de París entraron en la Orden. Escribe: no es verdadera alegría.
Y lo mismo de todos los prelados del otro lado de los Alpes, arzobispos y obispos; y lo mismo del rey de Francia y del rey de Inglaterra. Escribe: no es verdadera alegría.
Y que todos mis hermanos fueron a los infieles y los convirtieron a todos a la fe; y que tengo tanta gracia de Dios que curo a los enfermos y hago muchos milagros. Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría.
¿Cuál es, entonces, la verdadera alegría? Regreso de Perusa y llego aquí muy de noche y es invierno, con barro y mucho frío, hasta el punto que el agua congelada en el borde de la túnica me golpea las piernas y sangran las heridas. Y lleno de barro, con el frío y el hielo, llego a la puerta y, después de mucho aporrear y llamar, viene el fraile y pregunta: ¿Quién es? Yo respondo: Fray Francisco. Y él dice: "Vete, estas no son horas. No entrarás". Y al insistir de nuevo responde: "Vete, eres un simple y un ignorante; de ningún modo vendrás con nosotros; somos tantos y tales que no te necesitamos". Y yo sigo aún en la puerta y digo: "Por el amor de Dios, hospedadme esta noche". Y él responde: "No lo haré. Ve al hospital y pide allí". Yo te digo que si tengo paciencia en esto y no me molesto, esa es la verdadera alegría.”


Es evidente que tenemos que situarnos en la mentalidad de la época, pero vemos que Francisco fundamentaba su alegría, no en las cosas materiales o en el éxito, sino en la paz y el gozo que proceden de Dios mismo.
Nosotros, hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son las causas de nuestra alegría? ¿Sabemos alegrarnos cuando las cosas no nos salen tan bien como quisiéramos? ¿Hemos experimentado alguna vez que el Señor es fuente de gozo y de alegría?

No hay comentarios:

Publicar un comentario