Con este domingo de Ramos
entramos en la Semana Santa, la semana céntrica de la Iglesia y de todos
nosotros. En esta semana contemplaremos la entrega libre y consciente de Jesús
en el Cenáculo y en el Calvario, entrega y donación que culminan con la
Resurrección.
Hoy, domingo de Ramos,
conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén sentado en un pollino, aclamado
por las multitudes. Con esta acción simbólica, Jesús se manifiesta como Mesías,
pero no un Mesías prepotente o político, sino humilde, sencillo y portador de
Paz. Jesús es consciente de que este gesto lo llevará a la muerte, pero él
cumple con firmeza la voluntad del Padre.
La gente proclamaba: “Bendito
el que viene en nombre del Señor”. También nosotros cada vez que celebramos
la Eucaristía lo aclamamos con las mismas palabras, en el canto del “Santo,
santo...” Intentemos ser más conscientes de que Aquel que se hace presente con
las palabras de la consagración, es el mismo Jesús que aclamaba la gente, y que
ahora viene a nosotros ofreciéndonos su paz, su vida, su salvación...
Con estas actitudes, preparémonos para penetrar en
la belleza de esta Semana Santa.
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