Después de recorrer el
camino cuaresmal, hemos llegado al inmenso gozo de la Pascua.
Ahora, a lo largo de
cincuenta días, la liturgia nos invita a vivir con alegría y con ilusión esta
gran realidad, que es el centro de nuestra vida cristiana: “Verdaderamente
ha resucitado el Señor”.
El evangelio de estos días nos anuncia el gran acontecimiento que
conmovió los discípulos y seguidores de Jesús: el Señor, que habían visto
crucificado, muerto y sepultado, había resucitado, había triunfado de la muerte
para vivir para siempre entre nosotros.
Esta es la gran noticia que los apóstoles se apresuraron a anunciar por
todas partes, con alegría y con un entusiasmo decidido.
Como los discípulos, hace falta que irradiemos en nuestro mundo la Paz, el Gozo, la Vida que Jesús nos trae y, con nuestro testimonio, sepamos comunicar a los demás la Persona de Jesús. El ángel dice a las mujeres que Jesús “no está aquí”. Muchas veces buscamos a Jesús donde no está, pero sabemos que Él siempre se deja encontrar y quiere que lo busquemos con constancia y fidelidad.
Desde estas líneas, os deseamos una dichosa Pascua,
que nos acerque mucho más todavía a la persona de Jesucristo.
Como los discípulos, hace falta que irradiemos en nuestro mundo la Paz, el Gozo, la Vida que Jesús nos trae y, con nuestro testimonio, sepamos comunicar a los demás la Persona de Jesús. El ángel dice a las mujeres que Jesús “no está aquí”. Muchas veces buscamos a Jesús donde no está, pero sabemos que Él siempre se deja encontrar y quiere que lo busquemos con constancia y fidelidad.
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