El próximo domingo, con
la solemnidad de Cristo Rey, llegamos al final del año de la fe y también
terminamos nuestro recorrido por el Credo. Acabamos nuestras reflexiones con
las últimas reflexiones con las últimas afirmaciones de la profesión de fe.
Por último, somos
invitados a creer en el perdón de los pecados: todos tenemos nuestras debilidades,
a veces fallamos y quizá no nos esforzamos bastante en nuestro amor y nuestra
entrega. A pesar de todo, tenemos la certeza de que Dios nos acoge con su
perdón y su ternura entrañables, borra nuestra pecado y nos da la fuerza y la
valentía para levantarnos, no desanimarnos y seguir adelante.
Finalmente, expresamos la
fe de que un día participaremos de la resurrección de Jesús, estaremos para
siempre con Aquel que hemos intentado seguir, y nuestra vida, limitada y
finita, se convertirá en una vida perdurable. No podemos entender esto de una
forma razonada ni explicarlo con nuestros argumentos. Es aquí donde la fe nos
tiene que iluminar y es aquí cuando hemos de tener la certeza que estamos
seguros en las manos de Dios, de Aquel de quien nos tenemos que fiar
plenamente.
Que este año haya significado para todos nosotros
una ayuda para valorar mucho más este don de la fe y un estímulo para irlo
alimentando cada día.
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