Llegamos casi al final
del tiempo de Cuaresma y, en este domingo, nos volvemos a encontrar con una
página magistral del evangelio. Todos conocemos este relato y también hoy os invitamos
a leerlo dejándonos sorprender por las actitudes de Jesús.
Los fariseos
llevan a Jesús una mujer que ha sido sorprendida cometiendo adulterio, y, el hombre,
¿dónde está? La ley de Moisés ordena apedrearla y, Jesús, ¿qué dice?
La pregunta está
formulada con mala intención: si Jesús no considera que la mujer deba ser
apedreada, está negando la ley de Moisés; si considera que sí, quedará en
descrédito ante de todo el mundo y no será coherente con el mensaje que ha
estado anunciando.
La respuesta de
Jesús, de acuerdo con su actitud de apertura al Padre, con sus actitudes constantes
de amor y de perdón, es totalmente inesperada: “El que no tiene pecado, que le tire la primera piedra”. Y, con toda la ironía de que es capaz el
evangelista, se nos dice que empiezan a marcharse los más viejos, hasta que no
queda nadie.
Jesús no condena,
no juzga, no cuestiona la dignidad de la persona. Pese a nuestras debilidades, a
nuestras carencias, nuestras flaquezas, Él nunca nos condenará. Siempre hay
otra oportunidad, siempre hay una ocasión de cambio, de renovación, de mejora…
Pongámonos bajo la mirada
amorosa de Jesús y, a la vez, intentemos tener hacia los demás las mismas
actitudes, sin querer tirar piedras. Esto nos puede ayudar a terminar de
recorrer el camino cuaresmal hacia la Pascua, ya tan cercana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario