viernes, 19 de marzo de 2010

"TAMPOCO YO TE CONDENO"


Vamos avanzando en el camino cuaresmal y nos encontramos ya en el quinto domingo. El evangelio empieza diciéndonos: “Jesús se retiró al monte de los olivos”. Jesús se retiraba a orar, a estar con el Padre, a escucharlo, a amarlo y a dejarse amar, a descansar y a abandonarse a Él. Y cuando volvía en medio de sus hermanos, los miraba y los valoraba desde el Padre.
Después, el evangelio nos describe la escena de la mujer adúltera, escena que impresiona.
Llegan los doctores de la ley y los fariseos, falsamente vestidos de defensores de la ley, con la intención de desacreditar y acusar a Jesús, sirviéndose del pecado de una infeliz. Es una actitud detestable. Insisten en que Jesús se pronuncie y Jesús habla. La persona de Jesús brilla humilde y diáfana, con la verdad y misericordia que le son tan propias. Jesús no ve en la adúltera a una pecadora que se tiene que condenar sino a una persona creada por el Padre, que ha caído y ha perdido su dignidad, a quien hace falta ofrecer perdón, ayuda, amor. Y esto es lo que hace: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."
Jesús quiere que miremos como Él a los hermanos que fallan y caen: una mirada de comprensión, de perdón, de misericordia y de amor. Quiere que les demos la mano para ayudarlos a levantarse y los animemos a seguir adelante.


En esta última semana de Cuaresma, dejémonos mirar por Jesús y nos sabremos comprendidos, queridos, valorados por Él, en el más íntimo de nosotros mismos.

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