Cuando en los días anteriores presentábamos las figuras de Francisco y de Clara de Asís, decíamos que hicieron una opción de vivir el evangelio con radicalidad, y que esta vivencia sería el fundamento de todo su estilo de vida.
Pero, ¿qué quiere decir vivir el evangelio? ¿qué entendían ellos por una vivencia radical del evangelio de Jesús? Intentaremos responder a estos interrogantes y explicar qué quiere decir vivir fundamentados en el evangelio.
Si queremos vivir el evangelio, lo primero que tenemos que hacer es leerlo una y otra vez, reflexionar sobre lo que hemos leído, dejarnos interpelar por los gestos y actitudes de Jesús que vemos en el texto, hacer oración con ellos y sólo entonces podremos hacer una determinación de querer construir nuestra vida sobre la base sólida del evangelio, y nuestras actitudes y sentimientos irán siendo cada vez más semejantes a los de Jesucristo. Esto es lo que hicieron Francisco y Clara de Asís.
Ambos fueron oyentes asiduos del evangelio, lo reflexionaron en la soledad y en el silencio, y en él descubrieron a la persona de Jesús, que los cautivó y animó a vivir de otra forma, a vivir como Él. A partir de entonces, este fue su supremo ideal, el centro y la razón de ser de su compromiso de vida.
El evangelio fue la forma de vida que ambos escogieron para ellos y que después transmitieron al grupo de hermanos y de hermanas que se les unirán. Es un reto para nosotros, sea cual sea el lugar donde nos encontremos, en medio de un mundo tan disgregado, intentar vivir según los valores evangélicos.
Pero, ¿qué quiere decir vivir el evangelio? ¿qué entendían ellos por una vivencia radical del evangelio de Jesús? Intentaremos responder a estos interrogantes y explicar qué quiere decir vivir fundamentados en el evangelio.
Si queremos vivir el evangelio, lo primero que tenemos que hacer es leerlo una y otra vez, reflexionar sobre lo que hemos leído, dejarnos interpelar por los gestos y actitudes de Jesús que vemos en el texto, hacer oración con ellos y sólo entonces podremos hacer una determinación de querer construir nuestra vida sobre la base sólida del evangelio, y nuestras actitudes y sentimientos irán siendo cada vez más semejantes a los de Jesucristo. Esto es lo que hicieron Francisco y Clara de Asís.
Ambos fueron oyentes asiduos del evangelio, lo reflexionaron en la soledad y en el silencio, y en él descubrieron a la persona de Jesús, que los cautivó y animó a vivir de otra forma, a vivir como Él. A partir de entonces, este fue su supremo ideal, el centro y la razón de ser de su compromiso de vida.
El evangelio fue la forma de vida que ambos escogieron para ellos y que después transmitieron al grupo de hermanos y de hermanas que se les unirán. Es un reto para nosotros, sea cual sea el lugar donde nos encontremos, en medio de un mundo tan disgregado, intentar vivir según los valores evangélicos.
El Evangelio es para lograrse, creerse, vivirlo y practicarlo. Sino se vive y se comparte deja de ser evangelio. La buena nueva que él encierra deja de ser novedosa y pierde su telos. Por ser el Evangelio es un asunto de vivencia y compartimiento tiene un sentido social y humano. Jesús es el mejor modelo pedagógico de esto.
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