viernes, 29 de noviembre de 2013

UN TIEMPO DE VELA

Nos volvemos a encontrar en el Adviento, este tiempo, breve pero intenso, en qué somos invitados a intensificar una serie de actitudes con el fin de abrir nuestro corazón y toda nuestra persona a la acción de Dios en nosotros.
Es cierto que el Adviento es una oportunidad para prepararnos para la Navidad pero también es mucho más que esto. A lo largo de estas cuatro semanas, además de una ayuda para vivir la Navidad ya cercana, se nos insiste en una actitud fundamental en nuestra vida: velar. Velar es propio de quien espera, de quien vive en expectación y con ilusión ante un acontecimiento que se acerca. En nosotros, esta espera es la llegada de Dios en nuestra vida, no sólo la llegada de Dios en nuestra historia que celebraremos para Navidad, sino también la venida de Dios en nuestra vida de cada día, por medio de los acontecimientos, de las personas que nos rodean, de su Palabra... Dios viene cada día en nuestra realidad y por ello tenemos que estar en una actitud permanente de vela y de escucha con el fin de captar su presencia y su acción. En el evangelio de este I domingo de Adviento, Jesús nos dirá: "Estad en vela" y "Estad preparados". Intentemos vivir así con el fin de captar su acción en nosotros y poder vivir su proximidad en lo más íntimo de nosotros mismos. Así nos prepararemos de verdad a vivir la Navidad.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

TERMINAMOS EL AÑO DE LA FE

El próximo domingo, con la solemnidad de Cristo Rey, llegamos al final del año de la fe y también terminamos nuestro recorrido por el Credo. Acabamos nuestras reflexiones con las últimas reflexiones con las últimas afirmaciones de la profesión de fe.
Por último, somos invitados a creer en el perdón de los pecados: todos tenemos nuestras debilidades, a veces fallamos y quizá no nos esforzamos bastante en nuestro amor y nuestra entrega. A pesar de todo, tenemos la certeza de que Dios nos acoge con su perdón y su ternura entrañables, borra nuestra pecado y nos da la fuerza y la valentía para levantarnos, no desanimarnos y seguir adelante.
Finalmente, expresamos la fe de que un día participaremos de la resurrección de Jesús, estaremos para siempre con Aquel que hemos intentado seguir, y nuestra vida, limitada y finita, se convertirá en una vida perdurable. No podemos entender esto de una forma razonada ni explicarlo con nuestros argumentos. Es aquí donde la fe nos tiene que iluminar y es aquí cuando hemos de tener la certeza que estamos seguros en las manos de Dios, de Aquel de quien nos tenemos que fiar plenamente.
Que este año haya significado para todos nosotros una ayuda para valorar mucho más este don de la fe y un estímulo para irlo alimentando cada día. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

LOS QUE NOS HAN PRECEDIDO



Vamos llegando al final del recorrido de nuestra profesión de fe y, dando un paso más, somos invitados a poner nuestra mirada en todas aquellas personas que nos han precedido en este mismo camino. La siguiente afirmación del Credo nos habla de la comunión de los santos. Todos los hermanos y hermanas que, antes que nosotros han vivido la misma fe, ahora disfrutan de la visión de Dios para siempre. Es cierto que los santos y santas han sido personas totalmente fieles a Dios, que se caracterizaron por su vida de entrega, de servicio de oración, de testimonio… y que la Iglesia pone ante nuestros ojos como modelos. Pero también es verdad que hay infinidad de personas que, desde una vida discreta, sencilla y escondida, han sido igualmente ejemplos de una vida de fe y de dedicación a Dios y a los demás aunque hayan sido oficialmente reconocidos como santas.
Creer en la comunión de los santos es tener en cuenta que el camino que ahora estamos haciendo lo han hecho antes multitud de personas, en las cuales nos podemos mirar, el testimonio de las cuales nos ha de impulsar a vivir nuestra fe con ilusión y entrega. Allí donde ellos llegaron un día, llegaremos también nosotros porque nuestra fe así nos lo asegura.

martes, 5 de noviembre de 2013

EN EL SENO DE LA IGLESIA

Una vez expresada nuestra fe en Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Credo afirma nuestra fe en la Iglesia. La Iglesia es la asamblea de todos os creyentes, de todos los que queremos seguir a Jesucristo y vivir el evangelio con carisma y estilos diferentes.
Muchas veces, cuando hablamos de Iglesia, pensamos en la iglesia jerárquica, en las personas humanas que tienen diferentes responsabilidades y de las cuales sólo vemos sus limitaciones y sus defectos. No podemos olvidar que la Iglesia la formamos personas de carne y hueso que nos equivocamos y fallamos muchas veces. Pero, por encima de todo, tenemos que ver que la Iglesia, nacida a partir de la Resurrección de Jesús, es una comunidad que va avanzando poco a poco precedida por su Pastor e impulsada por el Espíritu Santo. También es cierto que, en el seno de la Iglesia, encontramos el testimonio de muchos hermanos y hermanas que viven este camino de fe con una gran entrega a Dios y a los demás; su ejemlo nos tiene que impulsar a nosotros a seguir adelante.
La Iglesia es la comunidad donde compartimos nuestra fe, donde la celebramos y la hacemos crecer. La Iglesia nos da los instrumentos para que esto sea así: los Sacramentos, la reflexión de la Palabra, las personas que comparten con nosotros el mismo ideal.
Creer en la Iglesia es amarla, es colaborar con ella, es respetarla y ser conscientes que formamos parte de esta gran comunidad que avanza hacia un mismo horizonte.