Damos un paso más
en nuestra confesión de fe: creer en Jesucristo. El Credo afirma, en segundo
lugar, nuestra fe en la persona de Jesús. Y, a partir de aquí sintetiza lo más
importante de nuestra fe en Él: se hizo como uno de nosotros y, después de su
paso por la tierra haciendo el bien a todo el mundo, fue crucificado y
resucitó. Intentaremos ir profundizando en cada una de estas afirmaciones.
Lo primero que se
nos dice de Jesús en el Credo es que es Hijo del Padre y también Señor nuestro.
Creer en Jesús es reconocerlo como este Hijo que el Padre ha dado al mundo,
como su don más preciado y valioso, para que fuera de verdad “Nuestro Señor”,
nuestro compañero de camino, nuestro amigo, aquel que siempre está a nuestro
lado, compartiendo nuestra misma vida y nuestra propia existencia.
Jesús es “Señor” nuestro,
no como aquel que quiere imponer, dominar o ejercer su poder, sino como aquel
que quiere orientar nuestras vidas hacia la plenitud y hacia la felicidad plena.
Si ponemos de verdad nuestra fe en Jesús, dejaremos que sea Él quien dirija
nuestras vidas buscando siempre lo mejor para nosotros; dejaremos que sea
nuestro “Señor” y no querremos vivir bajo el dominio de ninguna otra realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario