martes, 16 de noviembre de 2010

LA ORACIÓN: ENCUENTRO CON EL PADRE


Cuando nos dirigimos a Dios en la oración, es bueno que tengamos presente que nuestro Dios es un Dios trinitario: es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hoy nos centraremos en el tema de la oración como encuentro con el Padre.
Jesús en el evangelio nos enseña que Dios es nuestro Padre (Jn 20, 17) y cuando los discípulos le piden que los enseñe a orar, Él los dice: "cuando oréis, decid: Padre” (Lc 11,2).
La oración, pues, es un encuentro personal con Dios Padre que nos ama entrañablemente.
Tenemos que ir a la oración pensando que vamos a encontrarnos con el Padre, Aquel que nos ha creado, que nos ama con un amor muy especial y que está muy cercano a nosotros, en lo más íntimo de nosotros mismos.
En la oración tenemos que dirigirnos a Dios diciéndole, con sencillez y con todo el afecto: “PADRE”, tal com hacía Jesús.
Digámosle: "Padre" y abrámonos, Él nos acoge, nos valora, nos anima, nos comprende, nos perdona…
Digámosle: "Padre" y dejémonos mirar y amar por Él, que ve en cada uno de nosotros a un hijo suyo muy y muy amado.
Digámosle: "Padre" y abandonémonos tal y como somos, con nuestras debilidades y anhelos, con nuestras preocupaciones e inquietudes... Abandonémonos confiadamente. Digámosle “Padre” sabiendo que somos de verdad hijos suyos.
Si vamos a la oración con la convicción de que vamos a encontrarnos con Dios Padre, irá creciendo en nosotros la conciencia de ser hijos suyos, y su amor irá transformando nuestra persona, nuestras actitudes. Nacerá en nosotros una nueva mirada hacia los demás; los demás son mis hermanos amados y valorados por el Padre con un amor muy especial.
El Padre siempre nos espera y quiere que lo tratemos con sencillez, con confianza, con amor... Acerquémonos a Él, encontrémonos con Él... que desea llenar nuestra vida de gozo y de paz.

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