sábado, 30 de marzo de 2013

¡JESÚS VIVE!



Este es el grito que los discípulos de Jesús desperdigaron por todas partes una vez hubieron descubierto que su Maestro, aquel a quien habían seguido, admirado y amado, a quien habían visto crucificado, estaba realmente vivo, había resucitado y estaba presente en medio de ellos, de una manera nueva y diferente, pero real y para siempre.
Aquel a quien habían acompañado por los caminos de Galilea, a partir de ahora, los acompañaría a ellos en su propio camino: en el camino del anuncio dichoso del evangelio.
El gozo del encuentro con Jesús Vivo fue inmenso e indescriptible, y esta experiencia, la certeza de la Resurrección de Jesús, fue la fuerza y el impulso para lanzarse a anunciar esta buena noticia por todo el mundo: “¡Jesús vive!”
Esta realidad es la que cada uno de nosotros estamos llamados a vivir en la celebración de la Pascua. Es necesario que tengamos la seguridad de que está siempre a nuestro lado, que hace camino con nosotros, que es Alguien  que comparte nuestra propia existencia y que siempre nos está ofreciendo su amor y su amistad.
Que, como los discípulos, esta seguridad nos haga exultar de alegría y nos ayude a anunciar por todas partes lo que es el centro y el núcleo de nuestra fe.
¡Desde estas líneas os deseamos a todos y a todas una gozosa Pascua!

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