martes, 21 de diciembre de 2010

NAVIDAD: LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS

Tras recorrer los cuatro domingos de Adviento, hemos llegado a la celebración gozosa de la Navidad. Si a lo largo de estas últimas semanas hemos intentado hacer nuestras las actitudes del evangelio: velar, abrir los caminos, conversión, docilidad... podremos celebrar la Navidad con plenitud y esto nos impulsará a seguir nuestro camino de fe y de seguimiento de Jesucristo.
Los textos del evangelio de estos días son familiares y entrañables. Cada evangelista presenta a su estilo el nacimiento de Jesús y su venida al mundo, a morar entre nosotros.
Quedémonos con aquello que es verdaderamente esencial e importante: Dios se acerca a nosotros con tanta intensidad que se hace uno de nosotros. Es tanta su proximidad, su amor, su ternura que se hace igual que nosotros compartiendo lo que nosotros mismos vivimos cada día, la fragilidad y la debilidad nuestra condición humana y temporal.
Intentemos contemplar este Misterio de la Navidad con unos ojos nuevos, abiertos y sencillos. El Jesús que estos días contemplamos como un niño es el mismo Jesús que escuchamos en el evangelio, el mismo Jesús que recibimos en la Eucaristía, el mismo que se encuentra en los hermanos, el mismo que se halla en lo más íntimo de nuestra persona.
Celebremos Navidad con el gozo que nos tiene que dar la manifestación de Dios y su presencia entre nosotros.
De todo corazón, deseamos unas FELICES NAVIDADES a todos aquellos y aquellas que nos acompañáis a través de estas páginas. Que la Luz de la Navidad ilumine siempre nuestras vidas.

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