Con el domingo del
Bautismo del Señor termina el tiempo de Nadal y vuelve a empezar el tiempo
ordinario. A lo largo de todos estos días, hemos podido celebrar y contemplar
como Dios se ha hecho tan cercano a nosotros que se ha hecho igual que uno de
nosotros.
Para siempre, Dios, en su
Hijo Jesucristo, ha compartido y comparte nuestras mismas flaquezas y
debilidades, se ha hecho nuestro compañero de camino, el que de verdad nos
comprende y nos ama de una manera fiel e incondicional.
Ahora, después de Navidad,
somos invitados a continuar mirando a la persona de Jesucristo, a escucharlo
por medio de su Palabra, a encontrarlo en los acontecimientos de cada día, en
los hermanos y las hermanas, en lo más profundo de nosotros, ofreciéndonos siempre
su amor, su ayuda, su comprensión, su amistad...
Que, a lo largo de todo este año, sepamos reafirmar
nuestra fe y continuar con decisión nuestro camino de seguimiento de
Jesucristo, sea donde sea el lugar donde nos encontremos.
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