
La espiritualidad del tiempo de Adviento es todo un
programa de vida que quiere reavivar en nosotros nuestra fe, nuestra esperanza
y nuestro amor. Nos hace renovar la certeza de que Dios es el único que no pasa
y que no falla nunca y que siempre nos ofrece su amor, su bondad, su ternura,
su ayuda incondicional...
El primer domingo de Adviento es el mismo Jesús
quién nos invita a “velar” y a estar atentos para reconocerlo en nuestra
vida, en nuestro día a día, en los acontecimientos que nos rodean y en la
persona de los otros. Después, a lo largo de las otras dos semanas, se nos
animará a “preparar los caminos del Señor” y a “allanar sus senderos”.
Abrámosle nuestro corazón, toda nuestra vida con disponibilidad, y abrámonos
también a las personas que nos rodean, atentos a lo que puedan necesitar de
nosotros. Por último, acabaremos el Adviento contemplando a la persona de
Maria, la madre de Jesús. Ella, que es quien supo de verdad velar y preparar
los caminos del Señor es la muchacha que pronuncia su sí incondicional a
Dios, sin poner impedimentos ni obstáculos a lo que Él le estaba pidiendo.
Maria nos puede ayudar a recorrer el camino del Adviento con sus mismas
actitudes.
El primer domingo de Adviento empieza el Año
dedicado a nivel mundial a la Vida Consagrada, una celebración que durará hasta
el 2 de febrero de 2016. Recordamos a tantos hermanos y hermanas de diferentes
países, lenguas y culturas que en un momento de nuestra vida escuchamos la
llamada de Dios y la seguimos. Que este año nos ayude a vivirlo con más compromiso
y también con agradecimiento. Que todos vosotros, quienes os acercáis a estas
páginas, nos ayudéis también a dar gracias con vuestro apoyo y testimonio.
¡Gozoso Adviento!