martes, 23 de diciembre de 2014

NAVIDAD: DIOS CON NOSOTROS



Después de recorrer los cuatro domingos de Adviento, hemos llegado a la celebración gozosa de la Navidad. Si a lo largo de estas últimas semanas hemos intentado hacer nuestras las actitudes del evangelio: velar, abrir los caminos, conversión, docilidad... podremos celebrar la Navidad con plenitud y esto nos animará a continuar nuestro camino de fe y de seguimiento de Jesucristo.
Los textos del evangelio de todos estos días nos quieren hacer llegar este mensaje: Dios se acerca a nosotros con tanta intensidad que se hace uno de nosotros, compartiendo lo que vivimos cada día, la fragilidad y la debilidad de nuestra condición humana y temporal.
Intentemos contemplar este Misterio de la Navidad con unos ojos nuevos, abiertos y sencillos. El Jesús que estos días vemos como un niño es el mismo Jesús que escuchamos en el evangelio, el mismo Jesús que recibimos en la Eucaristía, el mismo que se encuentra en los hermanos y hermanas, el mismo que se hace presente en lo más íntimo de nuestra persona. Que, a lo largo de estas fiestas, experimentemos de verdad que Dios está con nosotros y lo sepamos transmitir con nuestra vida.
De todo corazón, deseamos unas FELICES NAVIDADES a todos aquellos y aquellas que nos acompañáis a través de estas páginas. Que la Luz de la Navidad ilumine siempre nuestras vidas.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA



En esta entrada os dejamos un pequeño video de la Vigilia de oración, que tuvo lugar en la iglesia de nuestro monasterio el sábado día 29 de noviembre, con motivo de la apertura del Año de la Vida Consagrada. Compartimos un rato de reflexión y de oración con religiosos y religiosas de Reus y con otras personas que también nos acompañaron. De este modo, empezamos el tiempo de Adviento, agradeciendo el don de la llamada que Dios nos ha hecho y animándonos a vivirla con gozo y esperanza.

sábado, 29 de noviembre de 2014

UN NUEVO ADVIENTO



Empieza un nuevo Adviento y, con él, la invitación a renovar las actitudes propias de este tiempo que, en realidad, son actitudes que tenemos que tener en cuenta a lo largo de toda nuestra vida.Durante estas cuatro semanas antes de Navidad, los textos del evangelio de cada domingo nos hacen recorrer un camino que, si lo seguimos, nos irá preparando para acoger a la persona de Jesús en nuestra vida de una manera más comprometida.
La espiritualidad del tiempo de Adviento es todo un programa de vida que quiere reavivar en nosotros nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor. Nos hace renovar la certeza de que Dios es el único que no pasa y que no falla nunca y que siempre nos ofrece su amor, su bondad, su ternura, su ayuda incondicional...
El primer domingo de Adviento es el mismo Jesús quién nos invita a “velar” y a estar atentos para reconocerlo en nuestra vida, en nuestro día a día, en los acontecimientos que nos rodean y en la persona de los otros. Después, a lo largo de las otras dos semanas, se nos animará a “preparar los caminos del Señor” y a “allanar sus senderos”. Abrámosle nuestro corazón, toda nuestra vida con disponibilidad, y abrámonos también a las personas que nos rodean, atentos a lo que puedan necesitar de nosotros. Por último, acabaremos el Adviento contemplando a la persona de Maria, la madre de Jesús. Ella, que es quien supo de verdad velar y preparar los caminos del Señor es la muchacha que pronuncia su sí incondicional a Dios, sin poner impedimentos ni obstáculos a lo que Él le estaba pidiendo. Maria nos puede ayudar a recorrer el camino del Adviento con sus mismas actitudes.
El primer domingo de Adviento empieza el Año dedicado a nivel mundial a la Vida Consagrada, una celebración que durará hasta el 2 de febrero de 2016. Recordamos a tantos hermanos y hermanas de diferentes países, lenguas y culturas que en un momento de nuestra vida escuchamos la llamada de Dios y la seguimos. Que este año nos ayude a vivirlo con más compromiso y también con agradecimiento. Que todos vosotros, quienes os acercáis a estas páginas, nos ayudéis también a dar gracias con vuestro apoyo y testimonio.
¡Gozoso Adviento!

miércoles, 19 de noviembre de 2014

UNIDOS EN LA ORACIÓN



Siguiendo nuestra ruta por los diferentes pasos de la celebración de la Eucaristía, llegamos a la oración universal, inmediatamente después de recitar juntos el Credo.
La oración universal tiene el objetivo de tener en cuenta los anhelos, los deseos, las necesidades, las alegrías, las dificultades... de todos los hermanos y hermanas del mundo y de presentarlas ante Dios. Él, que nos conoce y nos ama mucho más de lo que podemos pedir y entender, sabe qué es lo que hay en el corazón de cada una de las personas y lo que es mejor para nosotros. Pero, en la celebración de la Eucaristía, en nombre de todos los hermanos y hermanas del mundo, y en unión con ellos, ponemos ante el Señor todo aquello por lo cual queremos orar.
Por eso en la oración entran todas las realidades que nos rodean: nuestro mundo, la sociedad donde nos encontramos inmersos, la Iglesia, las personas que conocemos y que no conocemos, nosotros mismos...
Es un momento en que, junto con toda la asamblea reunida, oramos juntos por todo y por todo el mundo, con la certeza de que somos escuchados por Dios y que Él siempre actúa con amor y bondad.

Con la oración universal concluye la primera parte de la Eucaristía: la liturgia de la Palabra. Después del paréntesis del tiempo de Adviento y Navidad, seguiremos adentrándonos en la celebración con el comentario de la segunda parte: la liturgia de la Eucaristía. ¡Os  esperamos!

viernes, 17 de octubre de 2014

PROFESAR JUNTOS NUESTRA FE

Damos un paso más en nuestro recurrido a través de la celebración de la Eucaristía.
Después de proclamar, escuchar y reflexionar la Palabra, todos los fieles que participamos en la Eucaristía somos invitados a afirmar comunitariamente nuestra fe, lo que nos une a lo largo de la celebración y lo que nos tiene que unir los unos a los otros en nuestra vida de cada día.
En este mismo blog podréis encontrar el comentario de cada una de las afirmaciones del Credo que proclamamos, como una síntesis de nuestra fe.
Es un momento en que afirmamos, junto con toda la comunidad reunida y con el sacerdote que preside, la Verdad revelada por Dios y enseñada por la Iglesia a lo largo de los siglos.
Recitar juntos la profesión de fe es afirmar una vez más que creemos en un Dios que es Padre que nos ama, que es Hijo que se ha hecho igual que uno de nosotros, y que es Espíritu que se hace nuestro compañero de camino para siempre. Es también aceptar de corazón todas las verdades reveladas y adherirse a ellas con nuestro testimonio de vida. Y todo esto no lo hacemos ni lo expresamos de forma solitaria, sino en el seno de una comunidad formada por tantas y tantas personas que, a lo largo de todos los tiempos, han hecho y hacen el mismo camino que nosotros: la comunidad de la Iglesia.
Cada vez que, en la celebración de la Eucaristía, recitamos o cantamos el Credo, seamos conscientes que compartimos con otras muchas personas la misma fe y que lo estamos celebrando festivamente en comunidad.