viernes, 11 de marzo de 2011

EL DESIERTO: AL ENCUENTRO DE DIOS


Empezamos nuestro recorrido por los textos del evangelio de cada domingo de este tiempo de Cuaresma. Os invitamos a seguirlos con nosotras y a intentarlos vivir con el fin de llegar, al final de este trayecto, a celebrar nuevamente, con gozo exultante la Resurrección del Señor.
En este primer domingo de Cuaresma, el evangelio nos muestra a Jesús en el desierto. El desierto es lugar de silencio, de soledad para encontrarse con un mismo y con Dios. Jesús se dirige al desierto conducido por el Espíritu. El desierto es lugar de búsqueda y de encuentro con Dios; es lugar de silencio, de oración y de soledad; es también lugar de prueba, de dificultades en el camino y dónde podemos palpar que nuestra única seguridad es Dios.
Jesús, guiado por el Espíritu, se adentra en el desierto para abrirse más a Dios, para dejarse hacer y prepararse para su misión. Jesús puede hacer frente a las pruebas que le pone el tentador porque quiere hacer, por encima de todo, aquello que agrada al Padre. Nada no puede desviarlo de su camino ni de su misión de dar a conocer a Dios a los hermanos y hermanas de su tiempo. Jesús no se deja desencaminar, responde al tentador con firmeza y decisión, siempre con palabras de la Escritura. Él tiene que ser nuestro modelo cuando nos encontremos en momentos difíciles, cuando nos sintamos presionados por todo y por todas partes y se nos haga cuesta arriba seguir adelante.
Como Jesús, acudamos a la Palabra que hemos leído y reflexionado para poder hacer frente a las dificultades y a los obstáculos de cada día. Que los “desiertos” que atravesamos a lo largo de nuestra vida puedan ser un momento de encuentro privilegiado con Dios y con los hermanos.

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