martes, 19 de octubre de 2010

ESCUCHAR LA PALABRA

En la aproximación que vamos haciendo al mundo de la oración, hemos repetido mucho la idea de escuchar, de centrarnos, de hacer silencio dentro y fuera de nosotros, de estar atentos a lo que el Señor me quiere decir en este momento de mi vida. No es suficiente que me acerque a Dios, hace falta que escuche lo que me quiere comunicar. Pero, nos podemos preguntar: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo llevarlo a la práctica en el rato más o menos largo que queramos dedicar a la oración?
Hoy intentaremos concretar algo más y adentrarnos en el tema de la escucha de la Palabra.
Podemos ir siguiendo estos pasos:

1. Ponernos a la presencia de Dios
Dios esta en nosotros, en lo más íntimo de nuestra persona, vive dentro nuestro. No debemos buscarlo afuera, en el exterior, debemos “mirar” hacia dentro. Estar atentos a lo que me pasa, a lo que siento, a mis deseos y anhelos. Cuando tenemos un amigo o pensamos en una persona que amamos, notamos que, pese a que esté lejos físicamente, está muy cerca de nosotros, casi podemos “palpar” su presencia. Lo mismo pasa con Dios. Es el primer interesado a hablarnos, a decir: “Eh, estoy aquí”.
Por lo tanto, intentemos ser conscientes de que estamos delante de su presencia, bajo su mirada, porque Él siempre nos acoge, nos espera, nos ama.

2. Escuchemos lo que el Señor nos quiere decir
Mediante su Palabra, Dios me quiere comunicar algo a "mí", "ahora" y "aquí". Pidamos la luz necesaria para captar y comprender el mensaje que nos quiere dirigir Dios por medio del salmo, del fragmento del evangelio o del texto bíblico que hayamos escogido.
Dejemos que la Palabra ilumine nuestra persona, nuestras acciones, la manera de tratar a los demás, toda nuestra vida... Dejemos que nos interrogue, que nos guíe, que nos aliente…
Si en nosotros hay este esfuerzo sincero y fiel, comprenderemos lo que nos está diciendo el Señor y podremos abrirnos a Él de todo corazón. ¡Intentémoslo!

3. Acción de gracias
Al acabar, demos gracias a Dios por el rato en que lo hemos estado buscando aunque, aparentemente, no hayamos encontrado "nada". Lo que es más importante es que hemos estado con Él, en su presencia, con toda nuestra persona queriéndole escuchar de todo corazón. Démosle gracias también por tantos y tantos dones que recibimos de Él.

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