Estamos a punto de iniciar el tiempo de Cuaresma. La Cuaresma la podríamos comparar a una larga marcha a pie hacia una cumbre alta y espléndida, marcha que emprendemos con alegría y decisión. Durante el camino veremos diferentes paisajes, atravesaremos riachuelos, cogeremos senderos, subiremos por lugares escarpados… hasta llegar a la cumbre desde la cual se divisa un bello e impresionante horizonte.
De una forma parecida la Iglesia, en este tiempo cuaresmal nos irá presentando cada domingo diversos rasgos de la persona y la vida de Jesús para que los vayamos acogiendo y asimilando en nuestra vida, hasta llegar a la cumbre, que es la Vigilia Pascual. En la noche de la Vigilia, así como los excursionistas ponen los pies en la cima con firmeza y gozo, también nosotros pondremos los pies en la cima todo reafirmando con alegría nuestro compromiso con Jesucristo mediante la renovación de las promesas del Bautismo. Por el Bautismo fuimos incorporados a Jesús y desde aquel momento nos convertimos en hijos e hijas del Padre, sacerdotes, profetas y reyes. La marcha cuaresmal nos lleva a revisar cómo vivimos estos aspectos: si como hijo/hija del Padre vivo abierto a él y a su amor, si me dirijo a él con sencillez y confianza; si tengo una mirada universal y oro, amo, sirvo... en nombre de todos mis hermanos (sacerdote); si soy auténtico, transparente, si hago presente el evangelio con mis palabras y vida (profeta); si pongo mis riquezas (tiempos, calidades) al servicio de los hermanos (rey).
Si emprendemos la marcha cuaresmal, esta marcha de plegaria y de reflexión serena a la luz de la Palabra, es porque deseamos sinceramente, pese a nuestras flaquezas y cansancios, reafirmar nuestro compromiso con Jesucristo. A él no lo encontraremos sólo a la cumbre, esperándonos, sino que nos acompañará toda la ruta ayudándonos, alentándonos, guiándonos, como el mejor compañero de camino.
Desde aquí os invitamos a emprender la marcha cuaresmal todos juntos en este miércoles de ceniza.
De una forma parecida la Iglesia, en este tiempo cuaresmal nos irá presentando cada domingo diversos rasgos de la persona y la vida de Jesús para que los vayamos acogiendo y asimilando en nuestra vida, hasta llegar a la cumbre, que es la Vigilia Pascual. En la noche de la Vigilia, así como los excursionistas ponen los pies en la cima con firmeza y gozo, también nosotros pondremos los pies en la cima todo reafirmando con alegría nuestro compromiso con Jesucristo mediante la renovación de las promesas del Bautismo. Por el Bautismo fuimos incorporados a Jesús y desde aquel momento nos convertimos en hijos e hijas del Padre, sacerdotes, profetas y reyes. La marcha cuaresmal nos lleva a revisar cómo vivimos estos aspectos: si como hijo/hija del Padre vivo abierto a él y a su amor, si me dirijo a él con sencillez y confianza; si tengo una mirada universal y oro, amo, sirvo... en nombre de todos mis hermanos (sacerdote); si soy auténtico, transparente, si hago presente el evangelio con mis palabras y vida (profeta); si pongo mis riquezas (tiempos, calidades) al servicio de los hermanos (rey).
Si emprendemos la marcha cuaresmal, esta marcha de plegaria y de reflexión serena a la luz de la Palabra, es porque deseamos sinceramente, pese a nuestras flaquezas y cansancios, reafirmar nuestro compromiso con Jesucristo. A él no lo encontraremos sólo a la cumbre, esperándonos, sino que nos acompañará toda la ruta ayudándonos, alentándonos, guiándonos, como el mejor compañero de camino.
Desde aquí os invitamos a emprender la marcha cuaresmal todos juntos en este miércoles de ceniza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario