lunes, 19 de octubre de 2009

LA OTRA CARA DE LA POBREZA


La pobreza que viven san Francisco y santa Clara va más lejos que la pobreza material; su pobreza es también interior. Os lo explicamos: la pobreza interior es vivir, como Jesús, en una permanente actitud de abandono a las manos de Dios, reconocer la propia pequeñez con la certeza de que Dios lo es todo, abandonar toda seguridad material y humana para vivir con una seguridad plena en las manos de Dios.
Ser pobres interiormente es también no retener los dones que Dios nos ha dado sino ponerlos al servicio de todos, no querer e­jercer una relación de dominio sobre los demás.
La pobreza es un elemento esencial de la vocación de Francisco y de Clara, una pobreza que han visto encarnada en Je­sucristo y que quieren vivir con todas las consecuencias. Pero no tenemos que pensar que para ellos ser y vivir pobres sea simplemente una renuncia a cosas y un desprecio de los bienes materiales, antes al contrario, para ellos ser pobres es preferir un bien superior y dejar otros bienes inferiores, es vivir libre de dependencias para vivir orien­tados hacia el Único Bien Supremo, que es Dios.
Esto es lo que queremos hacer presente y actual en nuestras comunidades.
Ante personas que han vivido -o que intentan vivir- así, podemos preguntarnos: ¿Qué quiere decir para mí ser pobre? ¿Soy consciente de que tengo unos dones que Dios me ha dado y que no me los puedo apropiar? ¿Sé poner mis cualidades y todo lo que tengo al servicio de los demás?

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