Damos un paso más en la profesión de fe y nos
encontramos seguidamente con un resumen muy sintético de la vida de Jesús,
centrado sobre todo en el misterio de su muerte y resurrección. Nos quedaremos
hoy en la primera parte.
El Credo nos sitúa la persona de Jesús en una época concreta: el poder de Poncio Pilato. Es fundamental en nuestra fe el convencimiento de que Jesús se hizo como uno de nosotros, con todas las consecuencias. Compartió plenamente nuestra existencia humana y experimentó todo lo que nosotros sentimos, nuestras luchas, nuestros esfuerzos, nuestros logros, nuestras limitaciones... Pero Jesús siempre fue fiel al Padre y se mantuvo firme en su camino. Realmente, Jesús fue uno de nosotros y por esto, ahora, sea cual sea la situación en qué nos encontremos, siempre está a nuestro lado como un amigo o un hermano mayor que nos precede y nos va delante. Jesús pasó por el mundo haciendo el bien, ayudando, sirviendo, amando, perdonando... a todo el mundo. Su entrega llegó hasta el punto de dar su vida por nosotros; su donación y su fidelidad lo condujeron a una muerte violenta, a la muerte en cruz. Como cualquiera de nosotros experimentó la limitación y el cansancio, el miedo y la debilidad, pero supo ponerse en las manos del Padre y camina a nuestro lado para enseñarnos, no a rehuir los problemas y las dificultades, sino a afrontarlas con serenidad y con confianza. Ponemos nuestra mirada en Jesús para continuar creciendo en nuestra fe.
El Credo nos sitúa la persona de Jesús en una época concreta: el poder de Poncio Pilato. Es fundamental en nuestra fe el convencimiento de que Jesús se hizo como uno de nosotros, con todas las consecuencias. Compartió plenamente nuestra existencia humana y experimentó todo lo que nosotros sentimos, nuestras luchas, nuestros esfuerzos, nuestros logros, nuestras limitaciones... Pero Jesús siempre fue fiel al Padre y se mantuvo firme en su camino. Realmente, Jesús fue uno de nosotros y por esto, ahora, sea cual sea la situación en qué nos encontremos, siempre está a nuestro lado como un amigo o un hermano mayor que nos precede y nos va delante. Jesús pasó por el mundo haciendo el bien, ayudando, sirviendo, amando, perdonando... a todo el mundo. Su entrega llegó hasta el punto de dar su vida por nosotros; su donación y su fidelidad lo condujeron a una muerte violenta, a la muerte en cruz. Como cualquiera de nosotros experimentó la limitación y el cansancio, el miedo y la debilidad, pero supo ponerse en las manos del Padre y camina a nuestro lado para enseñarnos, no a rehuir los problemas y las dificultades, sino a afrontarlas con serenidad y con confianza. Ponemos nuestra mirada en Jesús para continuar creciendo en nuestra fe.