miércoles, 11 de febrero de 2015

LA FUENTE DE LA BONDAD



La preparación de las ofrendas nos dispone a seguir avanzando en la celebración de la Eucaristía. El sacerdote invita a todos los participantes a la oración y, como antes de proclamar las lecturas, con la expresión El Señor esté con vosotros, invita a experimentar en el interior de cada uno la presencia y la acción de Dios, presente en la asamblea reunida.
Este diálogo entre los fieles y el sacerdote, culminará en el canto del Santo, santo, santo. Cantándolo, o recitándolo solemnemente, nos dirigimos al Señor reconociendo que Él es el verdaderamente santo, es decir, el manantial inagotable de toda bondad, de toda belleza, de toda autenticidad, de toda vida... Santo significa diferente, distinto, limpio, transparente. Y, realmente, el Señor es Aquel que es diferente de todo, siempre nuevo, siempre renovando su amor y su bondad; es Aquel que siempre es transparente, limpio, nítido, sin engaño, sin disfraces... que constantemente nos está ofreciendo su misma vida.
Reconociendo que Dios es la fuente misma de la santidad y de la bondad, nos preparamos para seguirnos adentrando en la celebración de la Eucaristía.

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