Domingo pasado terminamos el tiempo pascual pero
este próximo domingo tiene también un matiz especial y diferente: celebramos el
día de la Santísima Trinidad, como en un intento de recoger y de agrupar en un
solo día todo lo que hemos contemplado las últimas semanas. Celebramos la
bondad, la ternura, el amor del Padre; celebramos la entrega, el servicio, la
donación, la amistad de Jesús; y celebramos el don, la luz, la paz del Espíritu
Santo.
Es también un día dedicado a todos los
contemplativos y contemplativas que son los que, en el silencio y en la
oración, dirigen diariamente su alabanza al Padre, por Jesucristo, en el
Espíritu Santo.
Tengamos hoy, pues, un recuerdo y una oración para
todos estos hermanos y hermanas que, desde su carisma concreto, dedican su vida
de una forma total a este Dios que para nosotros es Padre, Hijo y Espíritu
Santo, presente dentro de cada uno de nosotros y ofreciéndonos siempre su vida
y su plenitud.
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