A los discípulos no les fue fácil reconocer a la persona de Jesús
Resucitado, tuvieron que hacer un proceso, en medio de dudas y de incertidumbres,
que el texto del evangelio del III domingo de Pascua refleja. El miedo, los
interrogantes, la oscuridad... se hicieron presentes en su vida como hoy se hacen
presentes en nuestra vida tantas veces. Pero, finalmente, la presencia de
Jesús, su proximidad, la seguridad de que está con nosotros, vencen toda
inquietud. “Soy yo en persona” dice
Jesús y esta luz va iluminando el corazón de los discípulos y desvaneciendo toda oscuridad.
También nosotros debemos dejar que nos penetre la realidad de Jesús Vivo que,
en medio de las dificultades y de los obstáculos de nuestra vida, nos dice
también: “Soy yo en persona” quien
estoy contigo.
Que este tiempo pascual nos ayude a apoyarnos en esta realidad.
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