martes, 22 de junio de 2010

MIEMBROS DE LA IGLESIA


Es muy importante para los creyentes, en cualquier opción de vida que hagamos, ser conscientes de que formamos parte de una comunidad que es la Iglesia y que hemos de estar integrados en ella, sabiendo que con nuestra colaboración y ayuda contribuimos a hacer crecer la Iglesia de Jesucristo, es decir, el grupo, la gran familia de personas que lo queremos seguir sea cual fuere el lugar donde nos encontremos.
A pesar de que el estilo de vida de Francisco y de Clara de Asís fue una gran revolución y representó un gran cambio en la Iglesia de su tiempo, siempre la amaron y le fueron fieles, a diferencia de otros grupos que surgieron también en aquella época y que cayeron fácilmente en la herejía porque se separaron de ella.
La primera llamada que recibe Francisco es la de "reparar la Iglesia", una llamada que él entiende, por el momento, de forma literal poniéndose a reconstruir capillas que estaban en ruinas. Más adelante, cuando comprendió cuál debía ser su forma de vida, se marchó con sus primeros compañeros hacia Roma con el fin tal de obtener la aprobación del Papa en el estilo de vida que todos ellos querían seguir.
Francisco distingue perfectamente la diferencia que hay entre la Iglesia de Jesucristo y los miembros que la formamos, muchas veces llenos de fallos, de debilidades y de carencias, pero esto no impide que ame y venere a esta Iglesia que es débil y frágil y, a la vez, luz y testigo de l’evangelio. Él pide a sus compañeros respeto y estimación hacia los ministros, los sacerdotes de la Iglesia. Muchas veces debe compaginar la obediencia debida a la Iglesia y la fidelidad a su estilo de vida y esto no siempre le resultará fácil. Francisco es una voz que proclama que vale la pena vivir el evangelio y el seguimiento de Jesucristo dentro de una comunidad viva, la Iglesia, donde todos y cada uno de nosotros tenemos un lugar y una tarea a cumplir en el servicio de Dios y de los hermanos.

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