viernes, 14 de mayo de 2010

"LO QUE HA PROMETIDO MI PADRE"

Llegamos al domingo de la Ascensión del Señor y nos encontramos, por tanto, hacia el final del tiempo pascual. La fe en Jesús resucitado, la convicción de que está Vivo y de que está con nosotros, tendría que acompañarnos a lo largo de todo el año.
En este domingo de la Ascensión, el evangelio nos presenta a Jesús “despidiéndose” de sus discípulos. No es que Jesús los deje, es que de ahora en adelante lo captarán de otra forma, con los ojos de la fe.
Jesús dice a los discípulos que les enviará “lo que ha prometido mi Padre”. Lo que el Padre ha prometido, como sabemos, es el Espíritu Santo. Si hasta ahora Jesús había estado a su lado, caminando con ellos, enseñándoles, ayudándoles, alentándoles... de ahora en adelante el Maestro, el Compañero, el Amigo, la Ayuda será el Espíritu Santo.
Será el mismo Espíritu quien permitirá a los discípulos –y a cada uno de nosotros- captar a Jesús Vivo, presente en medio de ellos.
Será también el mismo Espíritu quien les dará la fuerza y el impulso, la alegría de ser testigos de Jesús, anunciando a todo el mundo como nos amó, cómo murió y ahora permanece Vivo.
El Espíritu Santo, el don prometido por el Padre, era para los discípulos, es para nosotros y para todos aquellos que creerán en Jesús y querrán seguirlo. Por lo tanto, hace falta que haya en todos nosotros apertura y docilidad al Espíritu Santo; que él pueda obrar en nuestra persona maravillas como las obró en la primera comunidad cristiana y como ha obrado en tantas y tantas personas a lo largo de la historia.
Disfrutemos de estos últimos días del tiempo de Pascua para que este gozo siga vivo en nosotros siempre.

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