sábado, 12 de julio de 2014

EL ALIMENTO DE NUESTRO CAMINO



Después de este largo paréntesis, que ha ido desde el comienzo de la Cuaresma hasta el final del tiempo Pascual, volvemos a retomar nuestro blog. En el mes de febrero habíamos empezado a publicar una serie de entradas sobre los sacramentos. Después de haber visto los sacramentos del Bautismo y de la Reconciliación, seguiremos adentrándonos en este tema intentando profundizar, a partir de ahora y poco a poco, en el sacramento de la Eucaristía. Paso a paso iremos penetrando en él para descubrir todo lo que Dios nos ofrece por medio del don que nos hace de Él mismo. Quedémonos hoy sólo en la introducción.


Cuando participamos en la Eucaristía, encontramos dos partes muy diferenciadas: la Palabra y la Eucaristía. Es el mismo Dios quién nos convoca a celebrar en comunidad, junto con todos los hermanos y hermanas, y nos llama a reunirnos de forma festiva y alegre en su banquete: nos invita a abrirnos a su Palabra y a alimentarnos de su misma persona. Por eso, un canto gozoso y alegre abre la celebración.

El sacerdote que preside saluda al pueblo reunido, expresando su deseo de que, a lo largo de la celebración, todos y cada uno de los fieles puedan experimentar en su vida la presencia de Dios: “El Señor esté con vosotros”. Con nuestra respuesta: “Y con tu espíritu”, expresamos el mismo deseo hacia el sacerdote que preside. Que todos, en la Eucaristía, lleguemos a captar y a vivir una experiencia auténtica de Dios en nuestra vida.

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