sábado, 29 de septiembre de 2012

UN REINO DIFERENTE


Seguimos penetrando en la petición del Padre nuestro “Venga a nosotros tu Reino”. El centro del mensaje de Jesús fue el Reino de Dios; el mismo Jesús fue el Rey por excelencia, supo reinar y dominar las circunstancias que le tocó vivir; fue rey de sí mismo abriéndose al Padre y aceptando el camino que le iba indicando; y fue rey sirviendo y amando a los demás hasta el extremo de dar la propia vida. Para Jesús, reinar es servir. Él mismo, Señor y Maestro, se presenta como servidor. No es que Jesús rebaje o disminuya la figura del rey, pero sí que le da un nuevo contenido y otra profundidad, y se hace así portador de la esperanza que tenía el pueblo de Israel en un rey ideal. 

Cuando pedimos que el Reino de Dios venga a nosotros estamos pidiendo que la forma de ser, da amar, de actuar de Jesús se haga presente en nuestro mundo, que sea aceptada y acogida por todas las personas. Es necesaria también nuestra colaboración para hacer realidad este estilo diferente de reinar.
Nosotros, ¿somos reyes de nosotros mismos, de las circunstancias y de la realidad que nos rodea?

lunes, 17 de septiembre de 2012

UN REY DE VERDAD

A medida que nos vamos adentrando en el Padre nuestro, vamos penetrando también en el programa de oración de Jesús, un programa y unas actitudes que debemos asimilar todos aquellos que queremos seguirle.

Cuando pedimos “venga a nosotros tu Reino”, ¿a qué Reino nos referimos?, ¿cuál es este Reino?
Antes de penetrar en esta petición, veamos cuál era el concepto de Rey y de Reino en tiempo de Jesús. La figura del rey siempre tuvo una gran importancia en el pueblo de Israel. Después de haber vivido bajo la autoridad de diferentes reyes y de haber experimentado la durísima etapa del exilio, el pueblo siempre deseó y soñó con un rey ideal. Un rey que los podría conducir y guiar con paz y con rectitud, un rey que no sería abusivo ni dominante, un rey cercano al pueblo... un rey, en definitiva, que los ayudaría a cumplir la Ley y la Alianza de Dios.
Un año tras otro, el pueblo de Israel alimentó este deseo ilusionado. Con Jesús se hizo realidad; Él dio un nuevo talante y un nuevo sentido a esta esperanza del pueblo. Por esto nos anima a pedir al Padre que venga su Reino, lo veremos en la próxima entrada.

lunes, 3 de septiembre de 2012

IMPORTANTE EN NUESTRA VIDA


Tras el paréntesis de la fiesta de santa Clara, volvemos a retomar el comentario del Padre nuestro, frase por frase, con el fin de ir profundizando en la oración de Jesús que, más que una oración para ser recitada, es todo un conjunto de actitudes para ser vividas.

Entramos hoy en esta expresión: “Santificado sea tu nombre”. El “nombre” es un término que indica la totalidad de la persona; santificar el nombre de Dios está expresando nuestro deseo de que Él mismo sea conocido, aceptado y amado por todo el mundo. Y en esto cada uno de nosotros podemos participar de forma activa. Por lo tanto, en esta petición del Padre nuestro pedimos que con nuestra forma de vivir encontremos la manera de dar a conocer Dios a los demás. Cuando Dios es conocido, se despierta en nuestro interior el deseo de buscarlo todavía más, de profundizar en su Palabra, de colaborar en su obra creadora, de amarnos sinceramente como hermanos y hermanas surgidos de sus manos creadoras...
Si vivimos con esta ilusión y este anhelo, haremos que el nombre del Padre sea “santificado”, es decir, que sea Alguien importante en nuestras vidas y en las vidas de quienes nos rodean.