Seguimos penetrando en la petición del Padre nuestro “Venga a nosotros tu Reino”. El centro
del mensaje de Jesús fue el Reino de Dios; el mismo Jesús fue el Rey por excelencia,
supo reinar y dominar las circunstancias que le tocó vivir; fue rey de sí mismo
abriéndose al Padre y aceptando el camino que le iba indicando; y fue rey
sirviendo y amando a los demás hasta el extremo de dar la propia vida. Para
Jesús, reinar es servir. Él mismo, Señor y Maestro, se presenta como servidor.
No es que Jesús rebaje o disminuya la figura del rey, pero sí que le da un
nuevo contenido y otra profundidad, y se hace así portador de la esperanza que
tenía el pueblo de Israel en un rey ideal.
Cuando pedimos que el Reino de Dios venga a nosotros estamos pidiendo que la forma de ser, da amar, de actuar de Jesús se haga presente en nuestro mundo, que sea aceptada y acogida por todas las personas. Es necesaria también nuestra colaboración para hacer realidad este estilo diferente de reinar.
Nosotros, ¿somos reyes de nosotros mismos, de las circunstancias y de la realidad que nos rodea?
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