viernes, 4 de abril de 2014

JESÚS, NUESTRA VIDA



Poco a poco vamos llegando al final del camino cuaresmal. Este domingo las lecturas nos hablan de resurrección, especialmente lo vemos en el evangelio.
El evangelio de hoy nos muestra, por un lado, la parte humana de Jesús: llora por la muerte de Lázaro, se conmueve profundamente ante el sepulcro de su amigo, le impresiona el dolor y la aflicción de sus dos hermanas, que confían plenamente en Él, capaz de poder hacer aquello que humanamente es del todo imposible. Y, por otro lado, se nos manifiesta la divinidad de Jesús. En el signo de la resurrección de Lázaro, Jesús no busca hacer un gran prodigio, ni busca su propia gloria o ser admirado de todo el mundo. Sencillamente comunica a los demás el don que ha recibido del Padre de dar la vida. Jesús es fuente de vida para cada uno de nosotros.
Cuántas veces también nosotros nos sentimos “muertos” en nuestra vida o no encontramos sentido en las cosas, y no nos damos cuenta de que Jesús quiere hacernos salir de nuestra situación, volviéndonos a la vida como hizo con Lázaro. 
Abrámanos a Jesús, la vida verdadera, y sigamos recorriendo con Él los últimos días de la Cuaresma.

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