miércoles, 28 de agosto de 2013

LA FIGURA DE MARÍA



Nuevamente volvemos a retomar los temas del Credo, intentando profundizar en los fundamentos de nuestra fe.
La siguiente expresión que encontramos es que Jesús “nació de Santa  María Virgen”. Después de haberse referido a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo, la confesión de fe introduce el tema de María. María, la madre de Jesús, como objeto de nuestra fe y, a la vez, como modelo de nuestra fe.
Efectivamente, María fue la mujer que caminó siempre en la fe, desde la Anunciación hasta el Calvario. Ella, escuchando, reflexionando e interiorizando la Palabra de Dios, pudo llevar a cabo un auténtico crecimiento en la fe. Su fe profunda y bien fundamentada la hizo capaz de mantener, a lo largo de toda su vida, su “sí” incondicional y firme al plan de Dios.
María, como madre de Jesús, fue su seguidora fiel, fue su primera discípula. Con su vida, un camino no nada fácil, anunció los grandes valores del evangelio. María era la presencia de Jesús resucitado en la primitiva comunidad cristiana, era el recuerdo actual de Jesús.
También todos nosotros, que intentamos vivir alimentando y haciendo crecer nuestra fe, con el sí ininterrumpido de María, podemos aprender a vivir con fidelidad, podemos aprender su forma de escuchar la Palabra y su manera de amar y de tratar a los demás. Creer en Maria es ver en ella el modelo de lo que debe ser nuestra fe.

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