jueves, 29 de marzo de 2012

LA GRAN SEMANA


El domingo de Ramos nos abre la puerta a la gran semana de la Iglesia: la Semana Santa. Unos días en los cuales somos invitados a contemplar a Jesús en su Misterio de Muerte y de Resurrección; unos días en los cuales somos invitados a identificarnos con sus sentimientos y sus actitudes; unos días en que hemos de acoger y de vivir en el silencio y en actitud de escucha y de reflexión. Año tras año hemos vivido la Semana Santa pero cada vez puede ser diferente, y podemos descubrir un poco más la presencia de Dios en nuestras vidas, que nos ha hecho el don de su propio Hijo.
Es especialmente en el triduo pascual dónde podremos captar de una forma especial el mensaje de esta semana. El jueves veremos a Jesús impulsándonos a amar cono Él ama, con el gesto sencillo pero radical de lavar los pies de los discípulos. El viernes lo contemplaremos entregándose Él mismo sin condiciones y totalmente en el máximo acto de amor de dar la vida. Y la noche del sábado, en la gran Vigilia Pascual, podremos cantar su Resurrección, su presencia por siempre entre nosotros Vivo, como amigo, como hermano mayor, como compañero de camino, mucho más allá de la muerte y mucho más allá de nuestras flaquezas y limitaciones.
Preparemos estos días con ilusión y con el anhelo de profundizar más en la persona de Jesucristo que permanece por siempre a nuestro lado.

viernes, 23 de marzo de 2012

"QUEREMOS VER A JESÚS"


El último domingo de Cuaresma el evangelio nos presenta la inquietud de unos griegos que se acercan a los discípulos de Jesús con una petición muy concreta: “Queremos ver a Jesús”. Los discípulos los condujeron hacia Él.
Nosotros somos invitados a hacer nuestro este deseo, este anhelo de querer ver a Jesús. Aquí “ver” no quiere decir mirar u observar con los ojos corporales sino, y sobre todo, conocer más a Jesús, tratarlo, establecer con Él una relación de amistad, saber con seguridad que está a nuestro lado como un compañero de camino, como Aquel que siempre está con nosotros y que nunca nos falla ni nos fallará.
A lo largo de esta Cuaresma hemos tenido la oportunidad de vivir un poco más este acercamiento a la persona de Jesús. En los días de Semana Santa lo contemplaremos dando su vida y entregándose totalmente, para llegar a la Pascua con el gozo pleno de la Resurrección.
Que en nosotros vaya creciendo más en estos días este profundo deseo de querer “ver” Jesús y que también, como los discípulos, sepamos conducir a los demás hacia Él.

jueves, 15 de marzo de 2012

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO...


Poco a poco vamos recorriendo el camino de la Cuaresma. El evangelio de este cuarto domingo nos habla de entrega, de vida, de luz... Jesús mismo nos quiere hacer dar cuenta y valorar cuán grande es el amor del Padre que nos ha hecho el don de darnos a su propio Hijo, Jesucristo. El objetivo de este don no es otro que darnos VIDA, es decir, que disfrutemos ya desde ahora de la presencia de Dios, de su amor, de su ternura, de su amistad, de su consuelo, de su ayuda... Disfrutar de los dones de Dios depende de nosotros; Él se nos entrega sin medida hasta darse Él mismo pero nosotros tenemos que estar abiertos y receptivos por acoger esta vida y esta luz. Entonces, ninguna oscuridad, ninguna duda, ninguna incertidumbre... nos podrá hacer tambalear si tenemos la seguridad, y lo hemos experimentado, que Dios está con nosotros y que, con Jesús, nos lo ha dado realmente TODO.
Con este ánimo, sigamos adelante hacia la próxima Pascua.

viernes, 9 de marzo de 2012

LA CASA DE MI PADRE


Con este tercer domingo llegamos a la mitad del camino cuaresmal. El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús, mediante un gesto simbólico, ahuyentando a los cambistas del templo de Jerusalén. El templo, espacio de encuentro y de relación con Dios, la casa del Padre, no es un lugar de comercio ni un mercado. Pero Jesús va mucho más allá: el verdadero templo, el verdadero santuario es nuestro cuerpo. Con esto nos quiere decir que cada uno de nosotros somos unos templos vivos de Dios, Él está realmente presente dentro de cada uno de nosotros. Si tenemos que respetar y cuidar el templo material, el templo como edificio y como lugar de oración y de encuentro con Dios, mucho más todavía nos debemos valorar y amar a nosotros mismos como “templos” donde Dios está presente; y debemos mirar a los demás como la imagen de esta presencia del Señor en lo más profundo de la persona.

Como Jesús, “echemos fuera” de nosotros todo aquello que nos impide establecer una relación de amistad con Dios y con los hermanos. Así podremos continuar caminando gozosamente hacia la próxima Pascua.

viernes, 2 de marzo de 2012

EL HIJO AMADO


En el segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia siempre nos invita a escuchar, reflexionar y contemplar el evangelio de la Transfiguración. Unos días antes de su Pasión y su muerte, Jesús, con tres discípulos, “subió con ellos solos a una montaña alta”. Es solamente desde el silencio, de la ausencia de ruido exterior e interior, de la escucha y de la reflexión serena y tranquila que podemos captar algún de los aspectos de la persona de Jesús, por esto se los lleva solos a una montaña alta con el fin de manifestarse de otra manera, de una forma que no conocían.
En Jesús siempre podemos ir descubriendo mucho más de lo que sabemos y conocemos. Tratándolo y escuchándolo por medio del evangelio, cada vez iremos profundizando en su persona de una manera nueva y desconocida. El Padre mismo nos lo dice y nos invita: “Este es mi Hijo amado; escuchadlo”.
Que estas semanas de Cuaresma nos ayuden a penetrar más en la persona de Jesús, a escucharlo y a dejar resonar su voz en lo más íntimo de nosotros mismos. Sigamos caminando con ilusión hacia la luz de la Pascua.