Un año más estamos a
punto de empezar el tiempo de Adviento. Estas cuatro semanas que, además, de
invitarnos a celebrar con novedad la cercana Navidad, nos quieren ayudar a
reflexionar sobre nuestra propia vida.
Día a día nos vamos
acercando a nuestro encuentro definitivo con aquel a quien seguimos, sea cual
sea nuestra situación y nuestra opción. El tiempo de Adviento nos invita a
tener presentes unas determinadas actitudes en nuestro caminar. Domingo tras
domingo, los textos del evangelio nos lo recordarán.
Jesús, aquel quien
celebraremos los días de Navidad como el don que el Padre nos hace, nos invita
a velar, a estar atentos, a no despistarnos, a pesar de todas las voces
que en nuestro entorno nos ofrecen tantas y tantas cosas que no podrán llenar
nunca nuestra sed de infinito.
También veremos como Juan
Bautista nos animará a abrir los caminos del Señor, a dejarlo entrar en
nuestra vida y a ayudar a los demás a encontrarlo.
Finalmente, la
excepcional figura de Maria, con su sí
disponible y generoso, con su entrega incondicional a los demás, con su
fidelidad, es para nosotros modelo y ejemplo de seguimiento de Jesús y de abertura
al proyecto de Dios.
Que este tiempo de Adviento
sea de verdad una nueva oportunidad para crecer en nuestra esperanza y alegría,
a fin de que podamos celebrar la próxima Navidad con el gozo que nos da saber
que somos amados profundamente por Dios.