lunes, 26 de enero de 2015

PRESENTANDO EL PAN Y EL VINO



Después del paréntesis de todo el tiempo de Adviento y de Navidad, volvemos a continuar nuestro recorrido paso a paso por la celebración de la Eucaristía. Hoy empezaremos la segunda parte de esta celebración: la liturgia eucarística. Intentemos adentrarnos en ella.
Una vez terminada la liturgia de la Palabra, se prepara el altar para la segunda parte de la celebración. Encima del altar, que hasta ahora ha estado vacío, se  coloca todo lo necesario para proseguir con la Eucaristía y, a continuación, el sacerdote hace la presentación del pan y del vino. Por medio de unas breves palabras -que son pronunciadas en secreto- agradece a Dios el don de estos frutos de la tierra y pide que sean para todos quienes participamos en la celebración un alimento diferente, que no sea sólo un sustento para el cuerpo sino pan de vida y, el vino, una bebida espiritual.
Con la presentación del pan y del vino, se nos ayuda a entrar de pleno en la segunda parte de la celebración de la Eucaristía. No somos unos simples espectadores de lo que acontece en el altar sino que, junto con el sacerdote que preside, participamos activamente en la celebración; por eso hace falta que estemos atentos a todos sus gestos y palabras. Presentando el pan y el vino, también nos “presentamos” a Dios nosotros mismos y ponemos en sus manos toda nuestra vida y nuestra persona.

viernes, 9 de enero de 2015

DESPEDIMOS LA NAVIDAD



Con el domingo del Bautismo del Señor termina el tiempo de Nadal y vuelve a empezar el tiempo ordinario. A lo largo de todos estos días, hemos podido celebrar y contemplar como Dios se ha hecho tan cercano a nosotros que se ha hecho igual que uno de nosotros.

Para siempre, Dios, en su Hijo Jesucristo, ha compartido y comparte nuestras mismas flaquezas y debilidades, se ha hecho nuestro compañero de camino, el que de verdad nos comprende y nos ama de una manera fiel e incondicional.

Ahora, después de Navidad, somos invitados a continuar mirando a la persona de Jesucristo, a escucharlo por medio de su Palabra, a encontrarlo en los acontecimientos de cada día, en los hermanos y las hermanas, en lo más profundo de nosotros, ofreciéndonos siempre su amor, su ayuda, su comprensión, su amistad...
Que, a lo largo de todo este año, sepamos reafirmar nuestra fe y continuar con decisión nuestro camino de seguimiento de Jesucristo, sea donde sea el lugar donde nos encontremos.