viernes, 24 de mayo de 2013

LA FUENTE DEL AMOR



Después del domingo de Pentecostés, llega el domingo de la Trinidad, una fiesta en que la Iglesia nos invita a contemplar y a penetrar un poco más en el Dios en quien creemos: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es como si, después de haber vivido toda la cincuentena pascual, se quisiera resumir en un solo domingo el núcleo central de nuestra fe.
Dios no ha querido ser un Dios solitario ni individual, es un Dios en comunión, fuente de amor, de ternura, de paz, de perdón... Dios es para nosotros un Padre, que cuida de nosotros y nos ama como hijos. Dios es para nosotros el Hijo que ha compartido nuestra misma vida, que nos ha amado hasta el extremo de dar su vida y que nos está ofreciendo continuamente su amistad. Y Dios es para nosotros el Espíritu que nos infunde su fuerza, su luz y que camina a nuestro lado.  
El domingo de la Trinidad es el día en que se recuerda a los hermanos y hermanas de vida contemplativa, a todas aquellas personas que, como nosotras, dedicamos nuestra vida a Dios desde la oración y el silencio con el fin de poder llegar a todo el mundo.
Que este domingo nos ayude a ser más conscientes del Dios en quien creemos y a celebrar el amor que diariamente derrama en nosotros.

jueves, 16 de mayo de 2013

LA LUZ DEL ESPÍRITU



Con el domingo de Pentecostés terminamos el tiempo pascual, cincuenta días a lo largo de los cuales hemos tenido la oportunidad de contemplar y de adentrarnos un poco más en el núcleo y el centro de nuestra fe: Jesús Resucitado. Si bien es cierto que Él está siempre presente entre nosotros y en cada uno de nosotros, necesitamos unos días que nos lo hagan vivir de una manera más intensa para poder seguir nuestro camino como creyentes con más entusiasmo, con más fuerza y más esperanza.
Lo mismo pasa con el domingo de Pentecostés. El Espíritu del Señor es nuestro fiel compañero de camino. El Espíritu es quien nos guía, quien nos protege, quien nos ayuda, quien nos defiende, quien nos hace comprensible la Palabra, quien nos ilumina y nos empuja a vivir testimoniando nuestra fe. Pero este domingo nos lo quiere hacer recordar de una manera más viva y más intensa. El evangelio nos dice claramente que el Espíritu es un don que Jesús otorga a sus discípulos y, por lo tanto, a cada uno de nosotros. Sólo hace falta que lo aceptamos y que nos abramos con el fin de que sea Él quien trabaje en nosotros, y vaya ayudándonos a crecer en nuestra vida de fe y de seguimiento de Jesucristo.
Que este domingo nos ayude a vivirlo de una forma más plena y que el Espíritu del Señor Resucitado llene de su luz nuestras vidas.

viernes, 10 de mayo de 2013

CONTINUADORES DE UNA MISIÓN



El VIIº domingo de Pascua celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. El tiempo pascual va llegando a su fin y se nos quiere volver a recordar una vez más que nosotros somos los continuadores de la misión que Jesús empezó: anunciar a todo el mundo y por todas partes la buena nueva del evangelio; ser testigos, con nuestra vida, del amor y de la ternura de Dios, que ha llegado hasta el punto de darnos a su Hijo Jesucristo.
Jesús transmite este encargo a sus discípulos y, por medio de ellos, a cada uno de nosotros, y nos asegura que, para llevarlo a cabo, no estaremos solos porque nos enviará “lo que os ha prometido mi Padre”, el Espíritu Santo. Él, como veremos el próximo domingo, será nuestra fuerza, nuestra ayuda, nuestra luz y protección en la tarea que nos ha sido encomendada.
Si de verdad vivimos abiertos a Dios y a su acción en nosotros, seremos anunciadores con nuestra vida de su presencia y, como los discípulos en el
texto del evangelio, viviremos “llenos de alegría”.
Que la fiesta de la Ascensión nos ayude de verdad a ser continuadores de la persona de Jesucristo en nuestro ambiente.

viernes, 3 de mayo de 2013

EL DON DE LA PAZ



Vamos llegando al final del tiempo pascual, seguimos escuchando y reflexionando las palabras de Jesús en el contexto de la último cena, como las palabras de despedida dirigidas a sus discípulas y, por lo tanto, a todos nosotros.
En el evangelio de este domingo se agrupan numerosas ideas que nos pueden ayudar a estrechar nuestra relación con Jesús. Nos quedamos con una de ellas: Jesús nos ofrece su paz, el regalo, el don de la paz. Una paz que no es tan sólo la ausencia de guerra, de tensiones, de peleas... El mismo Jesús nos dice que su paz no es “como el mundo la da”. La paz de Jesús es, sobre todo, el don que nos hace de Él mismo. Se nos da Él mismo para compartir nuestra vida, nuestro camino, nuestras dificultades, ilusiones, esperanzas, expectativas… Él es nuestra Paz.
Que sepamos valorar y apreciar el don que Jesús nos hace de Él mismo para estar a nuestro lado por siempre. Por dificultades y obstáculos que podamos encontrar en nuestro camino, tenemos la certeza de que no estamos solos.
Que nuestra paz, nuestra alegría, nuestra ilusión, el sentido de nuestra vida lo sepamos encontrar en Él mismo. Este tiempo pascual nos lo vuelve a recordar y nos anima a vivirlo.