sábado, 30 de marzo de 2013

¡JESÚS VIVE!



Este es el grito que los discípulos de Jesús desperdigaron por todas partes una vez hubieron descubierto que su Maestro, aquel a quien habían seguido, admirado y amado, a quien habían visto crucificado, estaba realmente vivo, había resucitado y estaba presente en medio de ellos, de una manera nueva y diferente, pero real y para siempre.
Aquel a quien habían acompañado por los caminos de Galilea, a partir de ahora, los acompañaría a ellos en su propio camino: en el camino del anuncio dichoso del evangelio.
El gozo del encuentro con Jesús Vivo fue inmenso e indescriptible, y esta experiencia, la certeza de la Resurrección de Jesús, fue la fuerza y el impulso para lanzarse a anunciar esta buena noticia por todo el mundo: “¡Jesús vive!”
Esta realidad es la que cada uno de nosotros estamos llamados a vivir en la celebración de la Pascua. Es necesario que tengamos la seguridad de que está siempre a nuestro lado, que hace camino con nosotros, que es Alguien  que comparte nuestra propia existencia y que siempre nos está ofreciendo su amor y su amistad.
Que, como los discípulos, esta seguridad nos haga exultar de alegría y nos ayude a anunciar por todas partes lo que es el centro y el núcleo de nuestra fe.
¡Desde estas líneas os deseamos a todos y a todas una gozosa Pascua!

viernes, 22 de marzo de 2013

VIVAMOS LA SEMANA SANTA



Vamos llegando al final de la Cuaresma y nos encontramos ya en la entrada de la Semana Santa, que empezaremos este domingo de Ramos y que culminaremos en la gran solemnidad pascual.
Esta semana, la gran semana de la Iglesia, somos invitados a vivir de una manera más intensa el Misterio de la Muerte y la Resurrección de Jesús. Empezamos la semana contemplando su entrada en Jerusalén, no como un dirigente poderoso, sino como un servidor humilde de los demás. Jesús llega a Jerusalén intuyendo que su final está cerca y quiere continuar anunciando su mensaje de amor, de servicio y de perdón hasta el extremo de dar su propia vida.
El Jueves santo veremos a Jesús despidiéndose de sus discípulos y dejando, a ellos y a nosotros, su testimonio de entrega y de amor hasta el extremo. Con su gesto de lavar los pies nos impulsa a hacer el mismo los unos con a los otros; y, con la Eucaristía, nos asegura su presencia para siempre entre nosotros.
El Viernes santo es un día para vivir en el silencio, contemplando a Jesús en su entrega radical y definitiva, con la total libertad de quien sabe que está dando su vida tras recorrer un camino de fidelidad al Padre.
Este Misterio nos supera y nos sobrepasa, pero hace falta que nos acerquemos con un corazón abierto a lo que Dios nos quiera hacer captar durante estos días, con la certeza de que Jesús está presente entre nosotros y que lo celebraremos Vivo en la alegría gozosa de la celebración de la Pascua.
Vivamos la Semana Santa como una oportunidad de acercarnos más a Jesús y de vivir con coherencia nuestra fe. Terminemos de caminar por los días de la Cuaresma sabiendo de que la celebración del gozo pascual que está a las puertas.

viernes, 15 de marzo de 2013

TIRAR PIEDRAS



Llegamos casi al final del tiempo de Cuaresma y, en este domingo, nos volvemos a encontrar con una página magistral del evangelio. Todos conocemos este relato y también hoy os invitamos a leerlo dejándonos sorprender por las actitudes de Jesús.
Los fariseos llevan a Jesús una mujer que ha sido sorprendida cometiendo adulterio, y, el hombre, ¿dónde está? La ley de Moisés ordena apedrearla y, Jesús, ¿qué dice?
La pregunta está formulada con mala intención: si Jesús no considera que la mujer deba ser apedreada, está negando la ley de Moisés; si considera que sí, quedará en descrédito ante de todo el mundo y no será coherente con el mensaje que ha estado anunciando.
La respuesta de Jesús, de acuerdo con su actitud de apertura al Padre, con sus actitudes constantes de amor y de perdón, es totalmente inesperada: “El que no tiene pecado, que le tire la primera piedra”.  Y, con toda la ironía de que es capaz el evangelista, se nos dice que empiezan a marcharse los más viejos, hasta que no queda nadie.
Jesús no condena, no juzga, no cuestiona la dignidad de la persona. Pese a nuestras debilidades, a nuestras carencias, nuestras flaquezas, Él nunca nos condenará. Siempre hay otra oportunidad, siempre hay una ocasión de cambio, de renovación, de mejora…
Pongámonos bajo la mirada amorosa de Jesús y, a la vez, intentemos tener hacia los demás las mismas actitudes, sin querer tirar piedras. Esto nos puede ayudar a terminar de recorrer el camino cuaresmal hacia la Pascua, ya tan cercana.

viernes, 8 de marzo de 2013

EL ABRAZO DEL PADRE


Llegamos al IV domingo de Cuaresma y el evangelio nos presenta un texto bellísimo del evangelista Lucas: la parábola del hijo pródigo. Una parábola que todos conocemos muy bien y que, precisamente por esto, tenemos que intentar leerla, escucharla y celebrarla con novedad, como si fuera la primera vez que lo hacemos, dejándonos sorprender por este texto.
Tres personajes: el hijo pequeño que huye de casa, malgasta todo lo que tiene y, cuando está muriendo de hambre y de miseria, decide volver a casa aunque sea para vivir como un jornalero de su padre. El hijo mayor que, a pesar de estar siempre en casa y junto a su padre, no ha sabido valorar lo que tiene y no ha disfrutado de su realidad, hasta el punto que ha llegado a endurecerse. Y el padre, la figura admirable del padre, que no se cansa de esperar, de amar, de ser paciente, de comprender... y de rodear, con un gran abrazo, tanto al hijo pequeño como al mayor. El hijo pequeño recibe el perdón, la comprensión, la alegría y la ternura del padre, que lo devuelve a su condición de hijo. El hijo mayor, por su parte, es invitado a acoger su hermano, a adoptar las actitudes que el mismo padre ha tenido hacia él, y a abrir su corazón al hermano que ha sido reencontrado.
En este domingo de Cuaresma, hagamos nuestras las actitudes del padre de la parábola, que no son otras que las actitudes del mismo Dios, y dejémonos rodear también por su abrazo tierno y amoroso.

viernes, 1 de marzo de 2013

COMO LA HIGUERA



Llegamos al tercer domingo de Cuaresma y, una vez más, Jesús nos invita a la conversión. Una conversión entendida como un camino de renovación constante, de querer mejorar en todos los aspectos de nuestra vida, de no quedarnos atascados ni detenidos en la monotonía. Como buen maestro, Jesús nos plantea este domingo un ejemplo hermoso y evidente a la vez: la historia de la higuera. No da fruto y, por lo tanto, hace falta cortarla. Pero el viñador, que siempre ha cuidado de este árbol, lo conoce y lo aprecia, quiere dar otra oportunidad: “Déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y
le echaré estiércol, a ver si da fruto Nosotros nos podemos reconocer a veces en la imagen de la higuera: no damos fruto, nos cuesta amar, nos cuesta abrirnos a Dios, tenemos dificultades para ayudar a los otras, nos instalamos fácilmente en nuestra comodidad y en nuestra rutina... Pero Dios, el Padre, siempre nos tiende la mano y nos invita una vez más a levantarnos, a abrirnos a su amor, siempre nuevo y siempre renovado. Sabe que por nosotros mismos no podemos nada y nos vuelve a ofrecer su ayuda y su fuerza: “yo cavaré alrededor y le echaré estiércol”.
Que el evangelio de este domingo nos ayude a vivir con una actitud constante de mejorarnos y, como la higuera, nos dejemos abonar para poder dar fruto. Será una buena preparación para la Pascua.