viernes, 30 de noviembre de 2012

ADVIENTO: VIGILIA Y ESPERANZA


Estamos a punto, un año más, de empezar el tiempo de Adviento. Un tiempo breve y, aun así, profundo e intenso; un tiempo que no es sólo una preparación para la próxima Navidad sino que, a lo largo de estas cuatro semanas, la Iglesia nos invita a acercarnos un poco más a la persona de Jesucristo.
Veremos que, a lo largo d estos días, se nos insistirá en asumir unas actitudes muy concretas: la vigilia, la esperanza, la alegría. Los textos del evangelio que escucharemos nos lo remarcan con insistencia. Pronto, en la Navidad, celebraremos la venida de Dios hecho como uno de nosotros en Jesucristo, pero ya desde ahora tenemos que acercarnos a Él con expectación, atentos a su acción en nosotros, a su amor, a su ternura, a su entrega incondicional. Por esto es importante velar, vivir con esperanza, dejar que el gozo y la alegría entren en nuestras vidas porque realmente Dios se ha hecho muy cercano y comparte nuestra misma existencia.
El Adviento es un tiempo que nos anima a poner nuestra mirada en la persona de Maria, la madre de Jesús. Ella ha de ser para nosotros estímulo con el fin de vivir con estas actitudes, no sólo en estos días, sino siempre.
Que sepamos vivir con expectación y con esperanza, a pesar de las prisas y el ritmo acelerado que a veces nos viene impuesto. Este es nuestro deseo para todos y todas vosotros en este Adviento.

viernes, 23 de noviembre de 2012

LA NECESIDAD DEL PERDÓN


Damos un paso más en la oración del Padre nuestro, nos encontramos con la siguiente petición: “Y perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
El perdón es una necesidad en nuestra vida. Cuando a veces hemos ofendido o molestado a los demás, no descansamos hasta que nos hemos reconciliado y la otra persona nos ha ofrecido su perdón. Así, también necesitamos el perdón de Dios para poder crecer en libertad. Hemos estado creados por Dios para vivir como hijos suyos y hermanos los unos de los otros, y también para mejorar el mundo donde vivimos. Muchas veces no vivimos así, no vivimos ni como hijos ni como hermanos. Ciertamente que Dios siempre nos perdona y no está condicionado a nuestras actitudes y sentimientos, pero el hecho que nosotros perdonemos nos prepara y dispone a acoger el perdón de Dios y el de los demás, así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
El perdón ha de ser una actitud constante en nuestra vida, hemos de ser capaces de ofrecer perdón y también de recibirlo. Es fácil que en el día a día fallemos, nos hiramos, hagamos daño… y también nos lo harán a nosotros. Por eso, nuestro corazón ha de estar abierto a esta necesidad de perdonar que, en realidad, procede del mismo Dios.
Que sepamos tener la facilidad de perdonar a pesar de todo y que también nos perdonemos a nosotros mismos nuestros fallos y debilidades ya que es el mismo Dios el primero en hacerlo.

sábado, 3 de noviembre de 2012

EL ALIMENTO DE CADA DÍA


Cuando avanzamos un poco más en la oración del Padre nuestro nos encontramos con esta petición: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.
El pan, un alimento y un derecho legítimo para todo el mundo. El pan es símbolo del alimento, de lo que necesitamos cada día para vivir, símbolo de lo que es esencial en nuestra vida diaria. Pedimos al Padre, junto con Jesús, que nos dé a todos, sus hijos e hijas, todo aquello que necesitamos para nuestro crecimiento tanto material como espiritual. En esta petición tan sencilla y cotidiana se incluyen todas nuestras carencias y, aun así, el Padre sabe muy bien qué es lo que nos conviene a cada instante para nuestro desarrollo como personas.
El “pan” también tiene un aspecto sobrenatural: el auténtico Pan es Dios mismo y, con esta oración, estamos pidiendo que ya hoy nos dé el pan auténtico que probaremos mañana de una manera definitiva: Él mismo.
Que sepamos aprovechar todas las oportunidades que nos ayudan a alimentarnos con el fin de crecer de manera comprometida y responsable: todo lo que alimenta el cuerpo y el espíritu, todos los acontecimientos que vivimos, el trato personal con Dios, el trato fraterno con los demás... Y que todos estos “panes” los sepamos compartir con todos aquellos que tienen hambre.