viernes, 19 de octubre de 2012

SER LIBRES


Damos un paso más en la oración del Padre nuestro y nos encontramos con la siguiente expresión: “Hágase tu voluntad”. Siempre hemos pensado que hacer la voluntad de Dios es muy difícil y complicado, incluso nos ha parecido que negaba nuestra libertad y nuestra capacidad de decisión. Seguramente que no lo hemos sabido entender bien. 
Hacer la voluntad de Dios no es negar nuestras capacidades, ni nuestra manera de ser, ni siquiera nuestra libertad más profunda. Hacer la voluntad de Dios es un aspecto más de nuestro seguimiento de Jesucristo.
Hacer la voluntad de Dios es vivir centrados en Él tal y como hizo Jesús a lo largo de toda su vida. Hacer la voluntad de Dios es dejar que Él nos ilumine el camino que debemos seguir que, con toda seguridad, será el mejor y el más adecuado para nosotros. Dios nos ha hecho libres y hacer su voluntad es escoger libremente aquello que nos hace felices y nos realiza, que es aquello que agrada a Dios.
Cada vez que repetimos esta petición del Padre nuestro nos comprometemos a vivir según el plan de Dios y a ayudar también a los demás a realizarlo. 
Como creyentes convencidos, ayudémonos unos a otros a realizar de verdad la voluntad de Dios.