martes, 22 de febrero de 2011

MARÍA, MODELO DE ORACIÓN


Hemos ido viendo diversos aspectos y actitudes a la hora de ponernos un rato a la presencia de Dios y de querer dedicarle nuestro tiempo. Hay una persona que todo lo que hemos ido reflexionando lo ha vivido en plenitud y con toda radicalidad: es María, la madre de Jesús. Intentaremos acercarnos un poco a la persona de María, veremos como ella es nuestro modelo y guía en nuestra vida de oración.
María era una muchacha inmersa en su pueblo de Israel, escuchaba la Palabra de Dios en la sinagoga como los demás, pero ella hacía mucho más que esto: meditaba, reflexionaba, recapacitaba profundamente la Palabra en su interior. Era una joven tremendamente contemplativa, y esto la llevó a un auténtico crecimiento en la fe, la preparó para responder al proyecto que Dios tenía sobre ella.
Era una joven enamorada de Dios, abierta a Él y dispuesta a todo lo que el Señor le pudiera indicar. María vivió siempre centrada en Dios, atenta a su voluntad, confiando en Él de una manera plena e imperturbable. María siempre escuchó, siguió y acogió a Jesús y su Palabra, se adhirió del todo a esta Palabra, viviéndola hasta las últimas consecuencias. Fue una seguidora fiel de Jesús, fue su primera discípula. Con su vida anunció los grandes valores del Evangelio. María siguió Jesús con radicalidad y hasta el final, hasta el pie de la cruz. Supo escuchar a Jesús y retuvo en su interior lo que la sedujo y después lo comunicó con su forma de vivir.
De ella podemos aprender su forma de escuchar la Palabra, su manera de amar, vivió siempre impulsada por el amor. Se dejó amar por Dios y amó a Dios y a las personas con todo su ser. María es el modelo perfecto de nuestro caminar hacia Dios.
Es necesario que nos hagamos nuestras las actitudes y los sentimientos de María, y que con ella y como ella correspondamos al amor de Dios dedicándole un rato de nuestro tiempo de cada día en la oración.

miércoles, 9 de febrero de 2011

DISPONIBILIDAD Y FIDELIDAD


En la última entrada tratamos dos de las actitudes que nos pueden ayudar y que son fundamentales en el momento de la oración. Hoy desarrollaremos dos actitudes más que son necesarias para situarnos delante de Dios: la disponibilidad y la fidelidad.

- Disponibilidad: si sabemos que somos muy amados por una persona, haremos todo aquello que le guste y que la haga feliz, no por obligación o imposición, sino porque queremos corresponder al amor que nos tiene y deseamos manifestarle con hechos concretos que también la amamos.
Si he descubierto un poco el Amor que Dios me tiene a mí personalmente, estaré tan feliz y agradecido que de mí nacerá, espontáneamente, un amor hacia Él que se traducirá en una aceptación dispuesta y dichosa de sus caminos. En mí habrá una disponibilidad plena a aquello que quiera pedirme. Esta es otra de las actitudes que debemos tener en el momento de escuchar Dios a través de su Palabra, una apertura a lo que me quiera pedir.


- Fidelidad: hoy en día la fidelidad esta en descrédito y no tiene prestigio, pero la fidelidad es lo que revela si el amor es verdadero y auténtico. Si esto sucede en las relaciones humanas, igualmente se da en nuestro trato con Dios. Si amamos o queremos amar a Dios con un amor creciente, seremos fieles, aunque nos cueste, a nuestro encuentro con Él. No estaremos presentes sólo materialmente, sino que nos esforzaremos por dedicarle el tiempo que nos hemos propuesto con todo nuestro afecto. La fidelidad es cuestión de amor. Si nos es difícil, pidámosle sinceramente que nos haga fieles. En el camino de oración que hemos iniciado o queremos iniciar, no nos hagamos atrás, seamos constantes aunque nos parezca que perdemos el tiempo porque la fidelidad perdurable dará su fruto.