jueves, 30 de diciembre de 2010

MARÍA, MADRE DE DIOS

Nos encontramos de lleno en el tiempo de Navidad y, en el comienzo de este nuevo año, la Iglesia nos presenta la figura de Maria en toda su grandeza: es la Madre de Dios.
En la Anunciación, María dijo sí a Dios, a la Palabra, que se encarnó en ella, y hoy la contemplamos presentando su Hijo a todos los que se le acercan.
El evangelio nos habla de los pastores, sólo ellos visitan a Jesús niño. Los pastores son los sencillos y los humildes de corazón, los pobres de espíritu, los abiertos y atentos a Dios desde su pequeñez. Sólo ellos pueden creer, reconocer la grandeza de aquel niño y anunciarlo con alegría.
Es necesario que también nosotros nos acerquemos a la Palabra encarnada, a Jesús, con simplicidad y sencillez, como los pastores, y dejemos que nos muestre la grandeza del misterio de Navidad.
El evangelio nos dice que “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Este es uno de los rasgos más significativos de la personalidad de María. Era una muchacha reflexiva, de una gran capacidad de interioridad. María guardaba y meditaba en su interior todo aquello que procedía de Dios.
Que estos días de gozo y de fiesta sepamos, como María, entrar en nuestro interior para acoger, contemplar y dejarnos amar por la Palabra. Esta será una de las mejores maneras de empezar el nuevo año.

martes, 21 de diciembre de 2010

NAVIDAD: LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS

Tras recorrer los cuatro domingos de Adviento, hemos llegado a la celebración gozosa de la Navidad. Si a lo largo de estas últimas semanas hemos intentado hacer nuestras las actitudes del evangelio: velar, abrir los caminos, conversión, docilidad... podremos celebrar la Navidad con plenitud y esto nos impulsará a seguir nuestro camino de fe y de seguimiento de Jesucristo.
Los textos del evangelio de estos días son familiares y entrañables. Cada evangelista presenta a su estilo el nacimiento de Jesús y su venida al mundo, a morar entre nosotros.
Quedémonos con aquello que es verdaderamente esencial e importante: Dios se acerca a nosotros con tanta intensidad que se hace uno de nosotros. Es tanta su proximidad, su amor, su ternura que se hace igual que nosotros compartiendo lo que nosotros mismos vivimos cada día, la fragilidad y la debilidad nuestra condición humana y temporal.
Intentemos contemplar este Misterio de la Navidad con unos ojos nuevos, abiertos y sencillos. El Jesús que estos días contemplamos como un niño es el mismo Jesús que escuchamos en el evangelio, el mismo Jesús que recibimos en la Eucaristía, el mismo que se encuentra en los hermanos, el mismo que se halla en lo más íntimo de nuestra persona.
Celebremos Navidad con el gozo que nos tiene que dar la manifestación de Dios y su presencia entre nosotros.
De todo corazón, deseamos unas FELICES NAVIDADES a todos aquellos y aquellas que nos acompañáis a través de estas páginas. Que la Luz de la Navidad ilumine siempre nuestras vidas.

viernes, 17 de diciembre de 2010

JESÚS ENTRA EN EL MUNDO

Acaba el tiempo de Adviento, entramos en la última semana de este camino hacia la Navidad.
El evangelio de este domingo empieza a presentarnos el misterio de Navidad y nos revela la identidad del niño que nacerá de Maria: el Emmanuel, “Dios-con-nosotros”. Jesús es el mismo Dios que se hace niño, que se hace hombre para caminar con nosotros, a nuestro lado, manifestándonos cómo nos ama.
Jesús entra en el mundo por medio de Maria. Dios se sirve de Maria, de su apertura, de su disponibilidad y aceptación para entrar en el mundo de los hombres. Dios también puede servirse de mí para penetrar en la vida de muchos hermanos (amigos, compañeros, familiares...) que no lo conocen. Sólo hace falta que Él encuentre en mí apertura, entrega y docilidad y me hará un instrumento suyo eficaz, continuando de alguna forma la gran misión de María de engendrar la Vida en el corazón de los hermanos.
Dios también se sirve de José. José colabora en los designios de Dios con su disponibilidad, su docilidad y entrega a sus caminos. Cuántas veces nosotros también podemos colaborar para que Jesús sea conocido y engendrado en los demás.
Como Maria, como José, como Francisco y Clara, como tantos hermanos y hermanas nuestros que nos han precedido, pongámonos dócilmente en manos de Dios para que Él pueda servirse de cada uno de nosotros con el fin de llegar a muchas personas que, sin saberlo, lo buscan y lo desean. Así, todos juntos, podremos celebrar la Navidad en profundidad y gozo porque Jesús estará en su vida y en la nuestra.

viernes, 10 de diciembre de 2010

ID A ANUNCIAR LO QUE ESTÁIS VIENDO


Llegamos al tercer domingo de Adviento. Situemos el evangelio de este día en su contexto: Herodes ha hecho encarcelar a Juan Bautista y, desde allí, quiere que sus propios discípulos conozcan a Jesús y lo sigan. Juan desea que sus discípulos tengan más luz para acercarse a Jesús, por ello los envía a preguntarle si él es el Mesías que todo el mundo espera.
La respuesta de Jesús va más allá de una simple afirmación. Jesús quiere que los discípulos de Juan penetren en su interior y encuentren una respuesta por si mismos y desde su propia vida, por esto les dice: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo“, es decir, dad testimonio de mí y comunicad a los demás lo que oís, lo que veis, lo que experimentáis, lo que habéis conocido de mí…
El evangelio nos interroga también hoy a nosotros. ¿Somos capaces de dar testimonio de Jesús comunicando a los demás lo que conocemos de Él?
No podemos hablar de Jesús por lo que nos dicen los libros o simplemente por lo que hemos escuchado, tenemos que anunciarlo a partir del conocimiento personal que vamos adquiriendo, por medio de lo que profundizamos en la lectura y reflexión del evangelio, de lo que experimentamos en nuestra vida de cada día.
Querer conocer más a Jesús y anunciarlo a los demás es estar preparando también su venida y, como Juan Bautista, le prepararemos el camino.

viernes, 3 de diciembre de 2010

MIRAR Y ACOGER A JESÚS


Nos encontramos en el segundo domingo de Adviento, de este hermoso tiempo de preparación para la celebración de la Navidad.
El evangelio de este domingo nos lanza dos grandes invitaciones: “convertíos” y “preparad el camino del Señor”. Es Jesús mismo quien nos habla, ya sea en la voz de Juan o del profeta Isaías, y nos llama a la conversión: “convertíos”. Jesús nos llama a volver la mirada hacia Él, a orientar y a centrar nuestra vida en Él, a escuchar su Palabra, a amar a los hermanos a su estilo… Jesús nos invita también a prepararle un camino, una ruta en nuestra persona, un espacio en nuestra vida. Jesús quiere caminar con nosotros, quiere ser nuestro compañero y guía, quiere que disfrutemos de su amistad... pero, para ello, tenemos que abrirle la puerta de nuestro interior, tenemos que dejarle paso, que allanarle una ruta, en una palabra, hemos de acogerlo como quien acoge a un amigo muy querido.
Seguimos escuchando el evangelio y Joan Bautista dice: “dad el fruto que pide la conversión”. La conversión real, sincera se hace presente en la vida de cada día. Buscar un rato de oración para escuchar a Jesús, para acoger, ayudar, alentar al hermano, perdonar de corazón, el esfuerzo de mejorar en todos los niveles... son signos de nuestra conversión, de que verdaderamente estamos abriendo una ruta a Jesús en nuestra vida.

Aprovechemos con alegría este tiempo que nos propone la Iglesia y caminemos así hacia la Navidad. ¡Será la mejor preparación que podemos hacer!