Con el fin de ir avanzando por el camino de la oración, debemos partir de nuestro convencimiento de que la oración es fundamental para vivir y crecer según los sentimientos de Jesucristo. También es importante saber usar la forma adecuada, conforme al día y a nuestro estado de ánimo. Iremos presentando algunos aspectos para que cada uno los pueda tener en cuenta para encontrarse con el Señor. Hoy presentaremos la lectura orante.
En primer lugar hace falta tomar una postura exterior en la cual nos encontremos a gusto y una actitud interior de silencio, de oración, de serenidad, de profundidad personal.
La lectura orante consiste en coger un texto de la Biblia (un salmo, un fragmento del evangelio...) e, intentando dejar el mundo exterior, nuestras preocupaciones e inquietudes, conscientes de que nos encontramos delante de la presencia de Dios, empezar a leer, despacio, el texto que hemos escogido. Al leerlo, intentemos vivenciar lo que estamos leyendo, asumirlo, decirlo por dentro con "toda el alma", haciendo nuestras las ideas leídas identificándonos con el contenido o significado de las frases.
Si nos encontramos con una expresión que "nos dice mucho”, detengámonos allí mismo. Repitámosla muchas veces, uniéndonos por medio de la mencionada expresión con el Señor, hasta que su contenido inunde nuestra intimidad. Si no es así, continuemos pausadamente la lectura del texto que hemos escogido, asumiendo e interiorizando lo que leemos. Nos detenemos de vez en cuando. Si en algún momento nos parece que podemos abandonar la ayuda del texto, dejémoslo, y permitamos que Dios se manifieste en nuestro interior y nos siga hablando.
Esta modalidad de la lectura orante siempre resulta fácil y eficaz, y ayuda a dar los primeros pasos en el camino de la oración, o simplemente nos ayuda cuando estamos distraídos o inquietos por la agitación y las múltiples preocupaciones de la vida.
Hace falta dedicar a esta lectura un rato diario para que nos ayude a sosegarnos y a encontrarnos auténticamente con Dios.
En primer lugar hace falta tomar una postura exterior en la cual nos encontremos a gusto y una actitud interior de silencio, de oración, de serenidad, de profundidad personal.
La lectura orante consiste en coger un texto de la Biblia (un salmo, un fragmento del evangelio...) e, intentando dejar el mundo exterior, nuestras preocupaciones e inquietudes, conscientes de que nos encontramos delante de la presencia de Dios, empezar a leer, despacio, el texto que hemos escogido. Al leerlo, intentemos vivenciar lo que estamos leyendo, asumirlo, decirlo por dentro con "toda el alma", haciendo nuestras las ideas leídas identificándonos con el contenido o significado de las frases.
Si nos encontramos con una expresión que "nos dice mucho”, detengámonos allí mismo. Repitámosla muchas veces, uniéndonos por medio de la mencionada expresión con el Señor, hasta que su contenido inunde nuestra intimidad. Si no es así, continuemos pausadamente la lectura del texto que hemos escogido, asumiendo e interiorizando lo que leemos. Nos detenemos de vez en cuando. Si en algún momento nos parece que podemos abandonar la ayuda del texto, dejémoslo, y permitamos que Dios se manifieste en nuestro interior y nos siga hablando.
Esta modalidad de la lectura orante siempre resulta fácil y eficaz, y ayuda a dar los primeros pasos en el camino de la oración, o simplemente nos ayuda cuando estamos distraídos o inquietos por la agitación y las múltiples preocupaciones de la vida.
Hace falta dedicar a esta lectura un rato diario para que nos ayude a sosegarnos y a encontrarnos auténticamente con Dios.