miércoles, 28 de julio de 2010

LA ORACIÓN EN SANTA CLARA

El último día hablamos de la oración como instrumento de misión y de evangelización. Intentemos profundizar un poco más en este tema.
Ni santa Clara ni san Francisco no dejaron ningún tratado sobre la oración, a diferencia de otros fundadores o de otros autores de su época. Ni siquiera se preocuparon de describir su camino de oración de forma sistemática o con una finalidad pedagógica para los hermanos y hermanas de su fraternidad.
A pesar de ello, sabemos sin duda que los dos fueron tremendamente contemplativos y que vivieron a lo largo de toda su vida una relación estrecha e íntima con el Señor. Esta experiencia de oración fue la que sostuvo toda su opción de vida por mantenerse fieles hasta el final, con todas las dificultades y oposiciones que vivieron.
Lo que fue fundamental y básico en la vida de oración de Clara fue el trato diario, constante y fiel con la Palabra de Dios. La escuchaba, la acogía, la reflexionaba, se dejaba iluminar y transformar por ella; realmente fue la buena tierra que dio su fruto.
Para Clara, los discípulos y seguidores de Jesús no son sólo obreros de su Reino sino ante todo amantes apasionados de Alguien que atrae y fascina, al cual han preferido por encima de todo.
Clara fue, sin duda, referencia para las otras hermanas de su trato íntimo y personal con Dios. Con su oración llegó a muchos lugares del mundo, llegó a muchos hermanos y hermanas necesitados de luz, de ayuda, de consuelo, de fuerza... Clara irradió y difundir por todas partes la presencia de Dios. Esta fue la misión que le fue confiada, vivida junto con sus hermanas en un clima de pobreza, de fraternidad y de silencio.
Nosotras hoy, cada una desde el nuestro lugar, estamos llamadas a lo mismo. No podemos realizar nuestras aspiraciones, nuestros proyectos, nuestra vida sin dar la preferencia a la oración, pese a las dificultades, las oscuridades, pese a muchas veces buscar y no encontrar porque Dios siempre se hará notar.

martes, 20 de julio de 2010

LA MISIÓN Y LA EVANGELIZACIÓN


Con esta entrada de hoy queremos explicar cuál es la misión concreta que nosotras, como clarisas, tenemos dentro de la Iglesia y como cumplimos nuestra tarea evangelizadora.
Francisco de Asís y sus compañeros llevaron a cabo una “vida apostólica”, es decir, hacer como Jesús, llevar por todo el mundo el anuncio del Evangelio, en contraposición a los monjes que, en aquella época, no salían de sus monasterios. Pero el grupo de Francisco no oponía el anuncio del Evangelio a la vida de oración, sino que el mensaje que anunciaban a los demás era fruto de una oración anterior. Sólo reflexionando en primer lugar la Palabra de Dios podían después anunciarla a los hombres y mujeres de su tiempo.
Evangelizar, pues, es para Francisco hacer conocer a los hermanos el Dios que hemos descubierto. La misión no es iniciativa de un mismo sino una tarea
Confiada por Dios a la persona, a cada uno de nosotros.
La predicación sencilla de Francisco y de sus hermanos la realizaban también a través de su testimonio de vida, de su vivencia en pobreza y en fraternidad. De esta forma eran un signo para todo el mundo: con su vida anunciaban que es posible vivir al estilo de Jesús, que es posible vivir según el Evangelio.
Clara, en cambio, vivió recluida en el monasterio de San Damián, ¿podemos hablar en ella de misión y de evangelización? Evidentemente que sí. Desde su vida sencilla de oración, de trabajo, de pobreza, de fraternidad, junto con sus hermanas, fue una fuerza que irradiaba a todo el mundo la luz de Dios. La Iglesia, toda la ciudad de Asís confiaban en Clara y en sus hermanas como un apoyo y ayuda en sus vidas y situaciones. El eco de la vida de Clara llegó tan lejos que se abren setenta y dos monasterios dentro y fuera de Italia mientras ella todavía vive. Su estilo de vida fue, como el de Francisco, anuncio dichoso del Evangelio de Jesucristo.
Esta es la tarea que, dentro del mundo y de la Iglesia, las clarisas realizamos actualmente; tenemos una misión concreta y una forma de anunciar el evangelio, no por el camino de la predicación sino por medio de la oración y de la vida.

martes, 6 de julio de 2010

CLARA Y LA IGLESIA


La última vez hablábamos de la relación filial de Francisco con respecto a la Iglesia. Clara vive la misma obediencia a la Iglesia que él. Clara y sus hermanas del monasterio de san Damián viven en nombre de la Iglesia y de todos los hermanos del mundo en su vida sencilla de oración, de fraternidad y de trabajo.
Clara no desobedeció a la Iglesia, pero presionó al Papa con el fin de conseguir la confirmación y aprobación de su estilo de vida. Al Santo Padre le parecía demasiado dura y rigurosa la vida que llevaban Clara y sus hermanas, por ello dudaba en el momento de dar su autorización para vivir así, pero Clara, con constancia y sin desanimarse, consciente de que esta vida era la que Dios les pedía de llevar a cabo, no para de insistir porque les sea confirmado por la Iglesia su estilo de vida evangélica. Y finalmente así lo consiguió.
Francisco y Clara, cuando se refieren a la Iglesia, no tienen en cuenta tan sólo a la jerarquía sino a todos los miembros entendidos como Cuerpo de Cristo. Viven en comunión con todo el Pueblo de Dios, se sienten miembros vivos de este Pueblo y servidores de esta Iglesia que ellos tanto quieren; desean ser en el mundo miembros de una Iglesia dinámica y abierta, que hace una opción por los pobres distanciándose de toda clase de poder y de dominio. Y a la vez, la Iglesia jerárquica admira a Francisco y a Clara y confía en su testimonio de vida.
Nos puede ayudar preguntarnos si nos sentimos de verdad miembros de la Iglesia. ¿Qué entendemos por Iglesia? ¿Qué cosas positivas o negativas le atribuimos? ¿Cómo podemos vivir siendo miembros vivos de la Iglesia?