viernes, 30 de abril de 2010

"QUE COMO YO OS HE AMADO, ASÍ TAMBIÉN OS AMÉIS"

Seguimos avanzando en el tiempo pascual y este domingo l’Iglesia nos presenta un fragmento muy breve, podríamos decir que es el corazón del Testamento del Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Tal y como yo os he amado, amaos”.
La voluntad de Jesús, su deseo más vivo es que nos amemos como él nos ha amado. Jesús no nos pide que amemos de cualquier manera sino a su estilo, siguiendo sus pasos: sirviendo, perdonando, acompañando, llevando paz y alegría, comprendiendo, acogiendo... amando incondicionalmente, sin esperar nada.
No es fácil amar así pero Jesús está Vivo, está en nosotros y nos ofrece su ayuda y su mirada –siempre nueva- hacia los hermanos. Jesús no es sólo un maestro que enseña y se queda al margen; es el Maestro que acompaña a cada uno de sus discípulos, a todos nosotros, que queremos vivir su mandato-deseo.
Hoy, que no es fácil anunciar a Jesús, tenemos una manera sencilla y práctica de hacerlo: “En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros”.
Hagamos presente a Jesús, anunciémosle por medio del amor que manifestamos a todo aquel que nos trate; que todo aquel que se cruce con nosotros en el camino de la vida pueda decir: “mira como ama, ¡es un discípulo de Jesús!”. Vivamos así y cada día será Pascua en nuestra vida.

viernes, 23 de abril de 2010

JESÚS, NUESTRO PASTOR

En el cuarto domingo de Pascua, la liturgia siempre nos presenta la imagen de Jesús como pastor. Una imagen que hoy en día queda algo alejada de nuestra realidad, pero todos sabemos qué es un pastor y cuál es su misión.
El texto del evangelio de este domingo es muy corto pero a la vez muy denso. Jesús nos dice sobre todo dos cosas: Él ha dado la vida por sus ovejas, es decir, por todos y cada uno de nosotros. Un pastor conoce a todas las ovejas de su rebaño; aunque parezca que son iguales, para el pastor no hay ninguna oveja repetida, las sabe diferenciar a todas y a cada una, porque las ve cada día, las cuida y las valora y aprecia por lo que son. Del mismo modo, Jesús conoce y aprecia a cada una de sus “ovejas”, hasta llegar a afirmar que nosotros somos aquello más preciado que tiene y que nadie nos podrá separar nunca de Él porque Jesús, como nuestro Pastor, nos protege, nos valora, nos defiende, nos estima y nos trata como el más valioso tesoro que el Padre le ha dado.
Por parte nuestra hace falta una respuesta. Dice el evangelio que “mis ovejas escuchan mi voz”. A nosotros nos corresponde escuchar la Palabra de Jesús y poner en ella toda nuestra atención por encima de todas las otras palabras y voces que continuamente se hacen presentes en nuestra vida y en nuestro mundo. Si escuchamos a Jesús, lo seguiremos, reconoceremos todo aquello que Él hace por nosotros, se hará nuestro compañero de camino y estaremos seguros a su lado a pesar de las dificultades y los escollos de cada día.
Continuemos recorriendo este precioso tiempo de Pascua agradeciendo al Padre el don que nos ha hecho con su Hijo Jesucristo.

viernes, 16 de abril de 2010

"ES EL SEÑOR"

Nos encontramos en pleno tiempo pascual y la Iglesia sigue adentrándonos en la realidad de la resurrección de Jesús: ¡está Vivo!
En este domingo el evangelio nos presenta a los discípulos que salen a pescar pero no consiguen pescar nada en toda la noche. Cuando se hace de día Jesús –a quien no reconocen- los invita a intentarlo otra vez dándoles unas indicaciones; ellos hacen caso a aquel “desconocido” y entonces la pesca resulta ser muy abundante.
Uno de los discípulas reconoce a aquel “desconocido” y exclama: “es el Señor”, es Jesús, a quien habían escuchado, seguido, amado; quien había curado, perdonado, ayudado incansablemente a los hermanos; quien les había hablado del Padre, a quien habían visto morir crucificado. Era él mismo, ¡era el Señor!
Jesús se hacía presente en medio de los suyos, en su vida, y también quiere hacerse presente en la nuestra. Pero para que podamos reconocerlo debemos hacer como los discípulos: escuchar su Palabra, ser dóciles y dejarnos guiar por ella; ser miembros vivos de la comunidad colaborando en todo lo que haga falta; estar atentos a las invitaciones de Jesús (“vamos, almorzad”) y responder con todo el corazón.
Si vivimos unidos a Jesús, si reflexionamos y guardamos su Palabra, él hará fecunda nuestra vida como hizo abundante la pesca de los discípulos. Lo reconoceremos entre nosotros y como los discípulos podremos afirmar desde nuestro interior: “es el Señor”. Esta será nuestra gran alegría pascual.

viernes, 9 de abril de 2010

"PAZ A VOSOTROS"

En este segundo domingo de Pascua la Iglesia nos presenta este magnífico texto del evangelista san Juan. El texto empieza diciéndonos: “estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos”. También nosotros, si no estamos atentos, podemos cerrarnos en nosotros mismos por miedo o por otros motivos (un problema, una situación dolorosa, unos criterios...). Hace falta que velemos porque las puertas de nuestro interior estén siempre abiertas a Jesús.

“Jesús les dijo: Paz a vosotros”. La paz que Jesús resucitado ofrece a los apóstoles y a cada uno de nosotros es mucho más de lo que podamos pensar. Recordemos que Él dijo que su paz no era como la del mundo. Con su paz Jesús nos ofrece su amistad, su ayuda, su alegría, su fuerza, su proximidad... ¡Abrámonos a su Paz!

“Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”. Tras el desastre y el doloroso fracaso del calvario, cuando parecía que nada tenía sentido, Jesús resucitado se hace presente en medio de los suyos y estos estallan de gozo y de alegría. Cuando Jesús se deja notar en nuestro interior, su presencia siempre es fuente de gozo y de alegría.

Vivamos estos cincuenta días de Pascua dejando que el gozo del Señor Resucitado se haga presente en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestro ambiente.

sábado, 3 de abril de 2010

VERDADERAMENTE HA RESUCITADO EL SEÑOR. ¡ALELUYA!


Tras recorrer el camino cuaresmal, hemos llegado a la solemne y gozosa fiesta de Pascua. Así como la Cuaresma ha durado cuarenta días, el tiempo pascual se extiende a lo largo de cincuenta. Cincuenta días que son considerados como “un gran domingo” en que se nos invita a contemplar a la persona de Jesús Resucitado desde diferentes aspectos y matices. Durante todo este tiempo, la liturgia nos ayudará a vivir con alegría y con ilusión esta gran realidad, que es el centro de nuestra vida cristiana: “Verdaderamente ha resucitado el Señor”.
Así como hemos viajado por el itinerario cuaresmal, caminemos también por esta ruta del tiempo de Pascua.

Los evangelios de estos días nos anuncian el gran acontecimiento que conmovió a los discípulos y seguidores de Jesús: el Señor, que habían visto crucificado, muerto y sepultado, había resucitado, había triunfado de la muerte para vivir siempre entre nosotros.
Esta es la gran noticia que los apóstoles se apresuraron a esparcir por todo el mundo, con alegría y con un entusiasmo contagiante.
Tal como hicieron los discípulos, hace falta que irradiemos en nuestro mundo la Paz, el Gozo, la Vida que Jesús nos trae y, con nuestro testimonio, sepamos comunicar a los demás a la Persona de Jesús. El ángel dice a las mujeres que Jesús “no está aquí”. Muchas veces buscamos a Jesús donde no está, pero sabemos que Él siempre se deja encontrar y quiere que lo busquemos con constancia y con fidelidad.
Desde este blog os deseamos a todos quienes nos seguís y acompañáis una gozosa Pascua, vivida con la plenitud que sólo Jesucristo nos puede dar.